Editorial

25/abril/2024

Hace unos días, el Fondo Monetario Internacional, dio a conocer una merma en la perspectiva económica de México para 2024 y 2025, en más de 1.8 puntos, lo que significa un quebranto muy grande de acuerdo a la estimadora.

 

La cuestión es que México, ya no sigue los lineamientos y recomendaciones de “los especialistas” del exterior que buscan a modo, se coloquen las políticas económicas a su arbitrio, y dirigir, por así decirlo, la económica, de las naciones emergentes.

 

Y eso que la economía mexicana ha mostrado una fortaleza notable en un entorno internacional complejo –respondió hacienda federal-, y es cierto: ha crecido tres años seguidos por encima de su promedio histórico y aún la pandemia, debido a que se promovieron cambios estructurales en serio, a fondo: transparencia de por medio.

 

Tan es así que no hay “reflujo” económico por el cambio de gobierno como era otrora, provocado por los desacuerdos en las elites políticas y económicas moviendo piezas para colocarlas en el gabinete.

 

Hay que destacar que si no se siguen los lineamientos del FMI, es porque en México opera un diseño económico propio de la 4T, luego de que por muchos años, México siguió con el resto de América Latina, un recetario de ajuste estructural que se basó en el Consenso de Washington.

 

Ya no: ahora el diseño es de acuerdo a la necesidad y realidad mexicana, no exterior, y no es otra que una política social, de desarrollo humano, no privilegiando el comercial y menos dejando fuera del compromiso de nación la soberanía y nacionales.

 

Y eso no gusta nada, empezando por el FMI.