Tubo de ensayo

14/agosto/2023

 

René Delios

 

Si bien el PVEM es un partido bisagra, ha alcanzado un capital político que le ha permitido separarse parcialmente de sus aliados sin llevar el conflicto a la ruptura, como ocurrió en San Luis Potosí en 2021, cuando postuló junto con el PT, a un candidato distinto a Morena, y ganó la gubernatura.

Hay un dato qué valorar: el PVEM en Chiapas no es gobierno; en 2018 apoyó al PRI, abanderando a Roberto Albores Gleason, hoy petista –no debe sorprender; hoy las convicciones son un estorbo-, quien perdió ante Rutilio Escandón Cadenas.

Aun con esa derrota, ese PVEM sí tiene presencia en Chiapas, pues en las federales intermedias logró cinco diputaciones federales; en lo locales, tiene diez diputados, 36 alcaldes y dos centenares de regidores.

 

¿Pero el PT?

 

Este partido tiene solo un diputado federal por Chiapas, es plurinominal; seis diputados locales, y trece munícipes.

Es por eso que para Morena y sus intereses electorales, ambos partidos aliados en Chiapas, le ofrecen o garantizan votos, y más que en nuestra entidad prácticamente la oposición no existe, pues el PRI tiene solo un diputado federal y uno local –ambos plurinominales- y 16 alcaldías, en tanto el PAN, nada, en ninguna representación popular en lo federal y local.

 

En Chiapas la derecha no tiene presencia.

 

El PRD está también nulificado: un diputado federal plurinominal y seis alcaldías, tampoco tiene representación en el congreso local.

Pero dejemos eso, pues realmente Chiapas no es preocupación en la prospectiva política de los morenistas, cuya estrategia electoral plantea ganar la mayoría calificada en las cámaras federales, de ahí la importancia de establecer e integrar más al PVEM y PT a su causa, incluyendo a partidos locales que, en su momento conoceremos estado por estado, y que en Chiapas solo están Chiapas Unido con una legisladora y nueve presidencias municipales, y Mover a Chiapas, siete alcaldías con dos diputadas.

Es decir que el PMCH y el PCHU, partidos locales, tienen presencia, pues son gobierno en más del diez por ciento de los municipios del estado, que no es poco decir a la hora de sumar.

Y lo mismo en el escenario nacional, en que la suma aporta, y más si el personaje a considerar es popular, pues ya la sabemos que en este país eso pesa más que las virtudes, las capacidades, las experiencias: el populismo criticado al presidente, es ahora usado por la oposición como ariete en la imagen popular de la senadora Gálvez, que internamente en la lianza tiene de competencia a dos priistas: Enrique De la Madrid Cordero, hijo de un ex presidente de México; ha sido diputado federal, director del Bancomext y Financiera Rural, y secretario de turismo con Peña Nieto, además de Beatriz Paredes Rangel, actual senadora de la república, ex diputada local y federal, ex gobernadora de Tlaxcala,  ex presidenta nacional de su partido, ex embajadora de México en Cuba y Brasil.

De los tres sin duda la más acreditada para buscar la presidencia por el frente Amplio por México, para muchos es la senadora priista, pero –repito- no es la más popular; contrariamente Xóchitl Gálvez sí, y las elecciones se gana con votos.

Las capacidades se reconocen o cuestionan después, ya en el ejercicio del poder, como pasa ahora con AMLO, cuyo populismo fue muy criticado incluso antes de que tomara posesión del cargo, otorgado por una contundente votación en 2018, y aún esa legitimización popular sus opositores lo cuestiona por todo y sin tregua, en una confrontación que ya tiene un lustro.

Esto se agudizó recién con las declaraciones del mandatario en contra de la senadora panista, y supuesta corrupción vía sus empresas en contratos con gobiernos federales pasados, sin destacar el presidente que incluso en el suyo, las empresas de la legisladora ganaron por calidad y oferta, las licitudes de manera legal, y que a la usanza de siempre, sus subordinados cancelaron arbitrariamente una vez que entró en controversias con el tabasqueño.

 

Eso no se vale: si fue legal, es prepotencia e intolerancia.

 

La señora Xóchitl Gálvez ha sido comisionada nacional para el Desarrollo de los Pueblos Indígenas con Vicente Fox, y jefa delegacional de Miguel Hidalgo en la Ciudad de México, durante el gobierno del perredista  Miguel Ángel Mancera.

Como funcionaria federal creó un fondo y programa para la construcción de infraestructura  para pueblos y comunidades indígenas, destacando varias obras como la electrificación en comunidades de la Selva Lacandona, de la alta y la baja Sierra Tarahumara, la región Tepehuana en Durango y en la región Cora, introdujo redes de agua potable en Los Altos de Chiapas, sobre todo en municipios afectados severamente por el tracoma, como Oxchuc, San Juan Cancuc, Tenejapa, Huixtán y Chanal, así como los sistemas de agua potable en localidades indígenas de los estados de Hidalgo, San Luis Potosí, Puebla y Veracruz, y señalan sus referencias en las redes que hizo mucha obra en zonas rurales indígenas como carreteras formales, entre ellas la Tlapa-Marquelia y Tlapa-Metlatónoc, en Guerrero; la Fronteriza del Sur, en Chiapas; Xochiapa-Zacatepec de Bravo, en la Sierra Negra de Puebla; Ruiz-Zacatecas; la Durango -Tepic, tramo Mezquital; Tecomaztlahuaca- Coicoyán de las Flores; San Ildefonso Sola de Vega – Santa Cruz Zenzontepec, y Tezoatlán de Segura y Luna-San Martín Itunyoso, Oaxaca; y la construcción del puente vehicular El Estero, en San Francisco del Mar, Oaxaca, además de remodelar albergues escolares indígenas, impulsar el desarrollo integral con programas productivos entre los que destaca la creación del programa de organización productiva para mujeres indígenas, construyó las Casas de la Mujer Indígena para capacitación en derechos de la mujer y como refugios contra la violencia doméstica, abrió diez universidades interculturales, entre ellas las ubicadas en San Cristóbal de las Casas, Chiapas, y en San Felipe del Progreso, Estado de México, y creó el Instituto Nacional de Lenguas Indígenas.

O sea que es una mujer exitosa en lo privado y político, que aunado a su popular jale en los últimos meses, hace suponer a sus contendientes internos que ya están los dados cargados a su favor, y que desde el poder aprovechan para afirmar –no suponer- que va a ser lo de siempre: un “dedazo”, pero ahora de parte del empresario Claudio X. González, a quien le adjudican –incluyendo el presidente mismo, que lo acusa de recibir financiamiento del departamento de estado de EU- de estar detrás de los dirigentes de los partidos aliados: Marko Cortes del PAN, Alejando Moreno del PRI y Jesús Zambrano del PRD.

Pero una cosa es ganar la interna del FAM y otra ganarle a Morena, pues aquí aparece el otro tipo de populismo, que es la imagen del partido, su presencia política en el país, y en eso, nada tienen que hacer el PAN, el PRI y el PRD juntos, pues aun con eso han perdido muchas posiciones estatales en cinco años, y son gobierno –el PAN y el PRI- en solo diez de 32 entidades federativas, aunque a nivel municipal la cosa es diferente: la oposición –incluyendo partidos locales- gobierna en mil 881 y morena y aliados en 688 ayuntamientos.

Así que el trabajo político está en los municipios, estrategia que seguramente ya ubicaron los verdaderos ingenieros electorales de la oposición, que sí triunfalismos ven serio que Morena siga a la alza, y que se requiere más que seguidores del Facebook que no significan votos –lo volvieron a vivir en las elecciones de Edomex, acusando que, Alfredo del mazo, entregó al elección-, para ganarle al partido marrón, pues realmente la banda no quiere más PRI por cuestiones históricas, aparte de que las militancias reales –de sepa- del PAN y del PRD, ven como afrenta esa alianza establecida sin consulta a las bases por los dirigentes torcidos de sus partidos –y de ahí la duda de unas internas transparentes-, pues ideales y conceptos para un plan de gobierno para nada concuerdan entre esos dos partidos -desde sus mismos documentos básicos-, considerados no hace mucho como el agua y el aceite, incluso como destacados priistas como Manlio Flavio Beltrones que cuestionó aquellas primeras alianzas entre esos partidos para gubernaturas estatales “contra natura”, y que dieron resultados favorables en varios estados como Quintana Roo, Colima, Puebla, Oaxaca, Sinaloa, en estos tres últimos también en alianza con el MC.

 

Pero se les acabó el aire.

 

Y eso es evidente: han perdido entidades tradicionalmente panistas y priista: hoy el PAN es gobierno en cinco y el PRI en tres: Movimiento Ciudadano en dos, pero ya no es parte del FAM.

El MC es el partido con registro desde 1997, aunque ha crecido en presencia últimamente con dos gubernaturas muy importantes como lo son Jalisco y Nuevo León, de las más prósperas de México, y electoralmente importantes.

Por eso el MC fue invitado por Claudio X. Gonzáles a unirse al Frente Amplio por México, a lo que la respuesta de Dante Delgado fue contundente: “con el PRI ni a la equina”, dejando en claro que no se daría tal trato, pues en su oferta de cambio, Movimiento Ciudadano no tiene por qué arrastrar las lápidas de esos tres partidos agónicos, aparentemente con el riesgo de perder el registro antes del primer tercio del siglo, aunque actúen como si fueran  caballo de hacienda.