Editorial

12/enero/2019

 

Se necesitó verdaderamente un gobierno impopular para enervar a los ciudadanos de la nación y que éstos votarán por una propuesta de centro izquierda.

Aún con los sucesos en los gobiernos de Nicaragua y Venezuela, la venta que se hizo de todo eso en México para satanizar la propuesta amlista, como lo que sí hundiría al país, pese a que ya estaba anegado en corrupción y pobreza.

Todo eso ha generado protestas de todo tipo a lo largo de lo que va del siglo, arrestos arbitrarios, muertes de dirigentes y desapariciones forzadas.

En medio de eso, la estrategia de desprestigio como los actos vandálicos de los infiltrados tanto para abusar como para manchar la organización ciudadana, que era lo que se difundía sin destacar el porqué la conformación de esos contingentes ciudadanos en protesta, pero en medio de ellos aparecieron las redes sociales, que fue la intercomunicación de sociedad a sociedad si se quiere llamar así, y que ignoró completamente las versiones oficiales que se quedaron gritando solas en la loma.

Tenemos entonces que estudiantes universitarios, asociaciones ciudadanas, políticas, frentes populares, amas de casa, burócratas, empleados, chavos banda, empresarios, comerciantes, gremios campesinos o camioneros se manifiestan en esas vías con audio y video a cada momento, por todo el país.

Así no hubo sindicatos charros, adherencias partidistas, como tampoco disturbios ni pintas en autos y muros con insultos o graffitis; no hubo anarquistas reventando la protesta y recurrieron  a la inútil vía del saqueo para demeritar éste movimiento creciente a fuerza del hartazgo en los gobiernos cuanto ineficientes como corruptos: fue contundente.

Pero lo sigue siendo: las críticas a la actual administración recorren igual las redes, y es ahora una confrontación entre seguidores y críticos, muy pocas veces constructiva, objetiva, precisa.

Ahora es el propio presidente de México el que corrige las versiones en sus conferencia matutinas, ya no se necesitan tampoco a los antiguos aliados “del sistema”, que eran los que salían inmediatamente a dar la cara por el mandatario.

Ese es otro de los cambios visibles, que apenas se ha destacado, de tan cotidiano que ha hecho.