La importancia de los cuidados en la primera infancia

22/mayo/2025

 

Agencias

 

Hoy se sabe que los primeros años de vida son fundamentales para un desarrollo saludable y para la salud futura de las personas, pero no siempre fue así, este conocimiento se forjó en la década de 1980 cuando surgió uno de los conceptos más trascendentes de la biomedicina moderna realizado por David J. Barker, de la Universidad de Southampton, Reino Unido.

 

Baker reveló el papel esencial de lo que llamó programación fetal, en un estudio titulado Orígenes en el desarrollo de la salud y la enfermedad que sostiene que los factores internos y medioambientales durante el embarazo y los primeros años de vida tienen impacto sobre la salud futura de los individuos.

 

Con este concepto, conocido como la Hipótesis de Baker o Hipótesis de la Programación Fetal, se cuestionó la idea de que las enfermedades crónicas solo son el resultado de una combinación de genes deficientes y un estilo de vida adulto poco saludable.

 

En cambio, sugirió que el entorno del feto y del lactante determinado por la nutrición materna, “programaba” permanentemente el metabolismo y el crecimiento del cuerpo, y por tanto, predispone a las patologías e infecciones en la vida adulta y la vejez.

 

Al principio, sus ideas causaron controversia entre la comunidad biomédica mundial, pero sus descubrimientos abrieron el camino a un nuevo campo de investigación hoy más que aceptado, que influyó en el pensamiento científico global.

 

Esto transformó la perspectiva sobre las causas de muchas de las enfermedades crónicas que azotan la sociedad moderna como las enfermedades cardiovasculares, el cáncer y la diabetes. Baker sostuvo que para enfrentar estas enfermedades se requeriría un cambio de enfoque para priorizar la salud de las madres y los bebés.

 

De ahí que los primeros 1,000 días de vida, que van desde la concepción del individuo hasta sus primeros dos años de vida, sean considerados cruciales para el Centro de Primera Infancia, del Tec de Monterrey y Fundación FEMSA.

 

Si bien los primeros 1,000 días sientan las bases para un desarrollo saludable, es igual de importante brindar apoyo durante los siguientes 1,000 días, cuando niñas y niños desarrollan habilidades cognitivas, físicas y neuropsicológicas fundamentales para su futuro.

 

En México las niñas y los niños de entre 0 a 5 años representan el 10% de la población, pero de ellas solo el 44% tienen servicios de cuidado, educación inicial o preescolar y las más afectadas son las infancias de sectores más empobrecidos.

 

Adriana Gidi, directora asociada del Centro de Primera Infancia, señaló que en México el 51% de las niñas y los niños de esta edad viven en situación de pobreza, y su la situación se agravó durante la pandemia de COVID-19, ya que puso en riesgo los pequeños avances de los últimos 20 años.

 

Este Centro del Tec de Monterrey es el primero en su tipo en nuestro país dedicado a este tema crucial: Impulsamos la investigación transdisciplinaria con impacto regional; divulgamos en la sociedad los conocimientos y evidencias sobre la primera infancia; formamos recursos humanos altamente capacitados en la atención de la primera infancia; y llevamos a cabo la vinculación entre los diferentes actores políticos, académicos, económicos y sociales del ecosistema de primera infancia, explicó Gidi.

 

De la infancia al futuro

 

Las investigaciones del científico James J. Heckman, de la Universidad de Chicago y Premio Nobel de Economía del año 2000, recibieron el reconocimiento a nivel mundial por impulsar las metodologías para la evaluación econométrica de las políticas públicas aplicadas a importantes problemas sociales y al desarrollo humano, entre ellos el sector salud.

 

En ellas analizó la importancia de la inversión en la primera infancia, donde demostró que invertir en la educación y el cuidado de los niños pequeños tiene un efecto positivo en la salud, el desarrollo socioemocional, el educativo y el bienestar de las personas a largo plazo, así como en la economía de los países y de la sociedad en general.

 

De acuerdo con sus estudios, los beneficios potenciales de implementar programas de educación y cuidado en la infancia temprana son entre 8 y 19 veces mayor que su costo, es decir, invertir en estos programas es apostar por el futuro. En contextos de ingresos bajos y medianos, las niñas y los niños que han recibido apoyo para el aprendizaje temprano y cuidado cariñoso y sensible, tienen aproximadamente 2 años de ventaja en su desarrollo.

 

Heckman sostuvo que el aprendizaje comienza en la infancia, mucho antes de que empiece la educación formal, y continúa durante toda la vida. El aprendizaje temprano engendra el aprendizaje posterior y el éxito temprano genera el éxito posterior, tal como el fracaso temprano genera el fracaso posterior.

 

Lamentablemente, solo 29.9% de niñas y niños en estos países reciben cuidado cariñoso y sensible en los siguientes 1,000 días, agravándose esta condición en los hogares más pobres y especialmente en las niñas.

 

El 90% del cerebro de las personas se desarrolla en los primeros 6 años de vida, se marca la vida de las personas desde la infancia, dijo Adriana Gidi. Lamentablemente los recursos que se invierten en esta etapa son escasos, mientras se destina el 0.25% del PIB en primera infancia en pensiones se destina el 19.8%.