René Delios
Los autoreconocimientos suenan a vituperio, más cuando –y en cuanto- no son apropiados para –o aprobados por- la base social a la que va dirigida.
Así que no se puede hablar bien de un gobierno que no logra sortear los desafíos externos para defender en lo posible las demandas internas y mantener -también en lo posible- lo mínimo de calidad de vida de sus gobernados, y eso pasó en México durante treinta años.
En México, nación de traidores y caníbales, han abundado en todas las generaciones y rincones de su territorio, los y las que han medrado de los demás y de los recursos públicos y naturales -renovables y no renovables- del país.
Y sí, sigue pasando ahora.
Son los mismos que depreciaron el trabajo de los mexicanos y ante la acumulación de sus malas administraciones, colocaron en posición vulnerable a la nación dentro del comercio mundial con unas reformas de riesgo, haciendo a un lado al nacionalismo económico para entrarle con todo a la globalización económica so pretexto de un desarrollo integral y sostenido que no se dio, esa es la verdad.
Ese fue y es el razonamiento de los tecnócratas, y así lo difunden, como parte de su gran prospectiva para la nación, en la que nunca incluyeron a los pobres, pues solo crecieron en número mientras solo mejoraron ellos, la clase política y la empresarial, satisfechas con los “vectores de desarrollo proyectados para México por parte de organizaciones financieras internacionales”.
Sí, también se leía bonito, pero hasta ahí, y ahora que tenemos los aranceles asediando el progreso nacional, ven lo importante que ha sido contar con unas finanzas frías pero sanas, pues cuando en EU había gripa, acá daba pulmonía.
Matraz
Ha destacado mucho que las denuncias ciudadanas han servido para liberar a migrantes en Tapachula y otros puntos, ubicar venta de drogas, desmantelado una red de cámaras en los municipios fronterizos, aprehender a traficantes de seres humanos y de trata, y decomisar madera como nunca antes ha sucedido.
Es una muestra de la colaboración que está presentando la gente al llamado de unir fuerzas en contra del rimen organizado.
Ante la acción de la justicia como respuesta a las denuncias, la sociedad adquirió confianza en que sus denuncias no serían utilizadas en su contra, como muchos dudaban y ahora queda de ejemplo de que, a denuncia de algo ilícito, se actúa en consecuencia y en favor de la legalidad.
Y es que la cultura de la denuncia debe tomar fuerza: la gente normalmente se da cuenta de las actividades ilícitas en alguna casa urbana o finca, pero el desamparo en que se encontraba la ciudadanía impedía que reaccionaran para exigir su derecho al libre tránsito, comercialización de productos, pues hubo cabeceras municipales como Comalapa o Jaltenango, en dónde a las ocho de la noche “no había un alma en la calle”.
Hoy ya la frase total impunidad no se usa, pues por fortuna terminó y regresa la tranquilidad los municipios de la sierra, frontera y costa, en dónde la gente solo quiere trabajar, salir adelante, sin afectar a nadie, e integrarse con todo a la labor de sacar a Chiapas de sus rezagos sociales, y qué bueno que en eso, el mandatario Eduardo Ramírez, les responde.