Agencias
¿Qué se oculta tras la aparente normalidad en Harvard?
Los estudiantes de Harvard caminan entre las calles arboladas y los edificios de ladrillo rojo del campus, pero bajo el aire de normalidad se esconde el miedo: la universidad más prestigiosa de Estados Unidos se prepara para un “asalto” del presidente Donald Trump.
Desde su regreso a la Casa Blanca, Trump ha puesto en la mira a prestigiosas universidades por supuestamente tolerar el antisemitismo en sus campus y por sus políticas de diversidad, igualdad e inclusión.
En el último capítulo del enfrentamiento con Harvard, la secretaria de Educación, Linda McMahon, anunció el lunes por la noche que ya no se otorgarán subvenciones federales a la institución.
A diferencia de otras universidades, como Columbia en Nueva York, que se han doblegado en los últimos días, Harvard decidió demandar a la administración en un contraataque elogiado por estudiantes, profesores y analistas.
No se trata de arrancarle la cabellera a Harvard. Se trata de una guerra relámpago y de sacar las armas más grandes que tengas, dijo la semana pasada a la AFP Sheila Jasanoff, profesora de la Harvard Kennedy School.
Esencialmente, no ha habido ningún freno al apetito de esta administración, agregó.
¿Qué medidas ha tomado el gobierno contra Harvard?
Además de la retención de fondos federales, el gobierno estadounidense detuvo para su deportación a estudiantes e investigadores extranjeros que apoyaron las manifestaciones de 2024 para pedir el fin de la guerra de Israel en Gaza, revocó centenares de visados y amenazó a Harvard con poner fin a su exención fiscal.
Las deportaciones fueron frenadas por la justicia.
“¡Es lo que se merecen!”
Kseniia Petrova, investigadora de Harvard, está detenida desde febrero, luego de que se le retiró el visado cuando regresaba de Francia.
¡Es lo que se merecen!, escribió Trump el viernes pasado en su plataforma Truth Social.
Para la estudiante Feodora Douplitzky-Lunati, ahora hay mucha más cautela entre los estudiantes extranjeros, que temen verse atrapados en redadas migratorias como las ocurridas en las universidades de Tufts y Columbia.
¿Cómo afectan estas acciones a la comunidad internacional?
Las universidades tenían hasta el 30 de abril para entregar al gobierno los datos de sus estudiantes extranjeros, bajo amenaza de perder una certificación clave para patrocinar a alumnos internacionales. En Harvard, estos representan el 27 % del alumnado.
Estoy muy preocupada por mis compañeros, y espero que la mayoría de mis amigos también lo estén, dice Alice Goyer, estudiante estadounidense, sentada en un parque cercano al campus.
Estamos en la vanguardia de una batalla política… Y creo que los estudiantes extranjeros, en particular, se han visto atrapados en el fuego cruzado. Están siendo usados como herramientas de negociación, añade Goyer, quien acusa a Trump de aplicar un manual de autoritarismo.
Atenazados por la ansiedad, los estudiantes extranjeros enfrentan el dilema de salir en vacaciones de verano y arriesgarse a no poder regresar a Estados Unidos.
La gente está asustada
Inicialmente, el gobierno revisó 9 mil millones de dólares en financiamiento federal, congelando finalmente 2 mil 200 millones en subvenciones y 60 millones en contratos.
¿Cuál ha sido la respuesta de Harvard ante la crisis?
Harvard “ha incumplido sus obligaciones legales, sus deberes éticos y fiscales, sus responsabilidades en materia de transparencia y cualquier atisbo de rigor académico”, justificó la secretaria de Educación al anunciar la suspensión de nuevos fondos federales.
Ante la nueva realidad, Harvard congeló las contrataciones de profesores y suspendió investigaciones en curso.
La administración ha sido mucho más agresiva de lo que se esperaba. Va a haber caos. El personal se reducirá, dijo una fuente afectada por los recortes impulsados por el gobierno en varias agencias federales. Teme que los casos de sida y tuberculosis repunten en el país.
El presidente de Harvard, Alan Garber, dijo la semana pasada al alumnado que los fondos de la universidad —unos 53 mil 200 millones de dólares en 2024— no pueden utilizarse para compensar los recortes de Trump, por razones legales.
Según algunos alumnos, Garber describió la situación como una batalla larga y existencial.
No obstante, Harvard ha cedido en algunas exigencias: cambiará el nombre de su departamento de Diversidad, Equidad e Inclusión, y dejará de financiar ceremonias de graduación para estudiantes negros, latinos, LGBTQ y otras minorías.
¿Qué opinan los estudiantes ante las concesiones?
Creo que está relacionado con las exigencias de Trump, dice Goyer, quien considera que es una especie de reverencia al presidente.
Pero no todos los estudiantes extranjeros están dispuestos a callar. El sueco Leo Gerden, alumno de economía y función pública, sigue protestando contra las políticas de Trump.
La gente está asustada y yo la entiendo, dice el joven de 22 años, quien considera que la estrategia del gobierno es dar ejemplo con unas pocas personas (…) para asustar a todos los demás y hacerlos callar.
Mi esperanza es que al final de esto veamos protestas tan grandes como durante la guerra de Vietnam, afirma.