Tubo de ensayo

12/abril/2025

 

René Delios

 

No me sorprende enterarme en una nota perdida entre tantas de a diario que, integrantes de la comisión de salud en EU, decidieron bajar los niveles de riesgo en triglicéridos, ácido úrico, colesterol y así, avalados por estudios “serios” de universidades de prestigio.

 

¿Qué sucede con esto?

 

Pues si el tope era 150 mg hoy ya es bajo a cien, por lo que por arriba de ese promedio, ya es inicio de riesgo.

 

Si el tope de ácido úrico era de 7mg, pues lo bajan a 6.5, y así con otras cosas, y con ello incrementa de golpe el promedio mundial de personas arriba del límite oficialmente aceptado, y eso lo avala la OMS.

 

Leo que hay otros niveles cambiados desde inicios del siglo XXI, y en triglicéridos de 150 a 200 mg se considera elevación ligera; de 200 a 500 mg, elevación moderada, y superior a 500 mg, elevación severa, e inician estudios de todo: qué por causas genéticas, que por “adquisición” -que es la que deja más varo a los “especialistas”-, por alguna falla de órgano vital, que hay que estudiar.

 

Y así, organismos médicos de fama, declaran este tipo de cosas y resulta que, si en 1990 una persona con 150 de triglicéridos no tenía problema, ahora sí, porque lo dicen los nuevos estudios de no sé que universidad gringa, y a entrarle con un médico, y por ende, a comprar los medicamentos, que es lo que les interesa a los consorcios farmacéuticos.

 

Y tienen añales haciendo esas cosas y no los paran.

 

Y no se descubre el hilo negro: hay abundante evidencia de que la participación de las compañías farmacéuticas corrompe la ciencia médica y a esas universidades de prestigio.

 

Hagan memoria: cuando inició la pandemia, se atacó por diversas vías la calidad de la medicina rusa y sobre todo china –milenaria de sí-, como restándole efectividad a la Sputnik y a la Cancino contra el Covid, como si la tecnología de ambas naciones estuviera a discusión, todo por favorecer a los fármacos occidentales.

 

Mientras, por otro lado, los carroñeros aprovechaban la desgracia, sea a través de laboratorios de análisis clínicos o vendedores de oxígeno, que incrementaron sus precios sin miramiento; el fin fue el lucro: no había sentido de humanidad.

 

Eso no fue privativo de México; la pandemia agarró desprevenido, o más bien indefenso al mundo, de éste mal repentino que se llevó de la nada a tanto ser querido, y dejaba el pánico sembrado en el orbe.

 

Y así, estudios y más estudios, nuevos medicamentos -como ahora ese que las autodenominadas “skinny” (“flacas”, en inglés) alardean como hallazgo milagroso para la belleza, y que difunden por el Instagram, el TikTok o YouTube-, asegurando que les permite conseguir las tan ansiadas “curvas”, es decir senos y glúteos voluminosos, pero sin cirugía.

 

Aquí se da el fenómeno al revés: las organizaciones médicas mundiales, de inmediato dieron la advertencia de los riesgos secundarios por consumo de Periactin –el fabuloso medicamento, que es del laboratorio Teofarma-, pues no solo se vende libremente por menos de 8 dólares la caja, sino que de darse su uso masivo ¡Para qué quieren las mujeres el trabajo de un cirujano estético! de que demeriten ese fármaco.

 

Y así pasará si alguna vez, alguien, descubre o inventa una medicación contra el cáncer y lo cura cual dolor de cabeza; van a atacarlo.

 

¿Tienen idea de cuánto varo hay en juego si se llega a curar el cáncer alguna vez?

 

Trillones de millones de dólares en todo el mundo, incluyendo la aldea tuxtleca en la que, galenos -lamentablemente para los que sí cumplen con el juramento de Hipócrates-, lucran con la vida ante el riesgo de la muerte, y hasta animan a la familia a luchar por su ser querido con metástasis, solo por sacarles por unos días una lana más.

 

Para que tenga una muerte digna, dicen: la muerte digna ante una situación así, es la eutanasia.

 

¿O no?

 

El caso es que no leo en esos informes mundiales de salud, que se hable de la más terrible de las muertes: el hambre, la que no se genera sola, y menos en naciones con recursos que nada más no se distribuyen, consecuencia del fracaso de gobiernos que no logran abatir su corrupción, lo que general esos índices de miseria.

 

Desde luego que como un agente equilibrador, el neoliberalismo no ha sido una opción; el aprovechamiento del beneficio es depredador, y la tendencia leonina a sacar de todo el mayor provecho, tanto laboral como industrial, es infame.

 

Se trata de lucrar y lucrar, sobre quien sea, con lo que sea, de a cómo sea.

Así que no se crea tan enfermo: enferman más esos informes, neta: ahora resulta que un estudio dice que la leche -o sea la lactosa- y el pan –o sea, el gluten-, no son benéficos para la salud del cuerpo humano, esto luego de miles de años -desde que el hombre se hizo sedentario- de consumirlos.

 

De a cómo esa, ente otras, se las gastan las farmacéuticas dando a conocer estudios falsos que a fuerza de medios de cobertura, hacen ciertos.