La presidenta de México Claudia Sheinbaum anunció este lunes reformas para prohibir la propaganda extranjera pagada tras un anuncio en medios mexicanos de la secretaria de Seguridad Nacional de Estados Unidos, Kristi Noem, contra la migración indocumentada.
“El día de hoy o mañana serán enviadas al Congreso para que ningún gobierno extranjero ni ninguna entidad de ningún gobierno extranjero pueda pagar, el tema es que están pagando, para poder difundir estos anuncios, esta propaganda, que tiene un mensaje discriminatorio”, declaró la mandataria en su conferencia matutina.
Por ello, Sheinbaum buscará revivir un apartado en la Ley Federal de Telecomunicaciones que se derogó en 2014, durante la presidencia de Enrique Peña Nieto.
Con ello, los gobiernos extranjeros no podrán pagar a medios tradicionales ni redes sociales para transmitir “propaganda” en México, o en este caso, una dulce manifestación de Trump mencionando que entrando a su país, cualquier persona ilegal, es un delincuente y de ese modo será procesado.
La presidenta reveló que el Consejo Nacional para Prevenir la Discriminación (Conapred) del Gobierno envió una carta a los medios para que retiren el anuncio de Noem porque “contiene un mensaje discriminatorio, atenta contra la dignidad humana y puede fomentar actos de rechazo o violencia hacia” migrantes.
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La muerte del Papa fue anunciada este lunes por la mañana por el cardenal Kevin Farrell, camarlengo del Vaticano, esto ha desencadenado un período de luto en el Vaticano y marca el inicio de un proceso milenario para elegir a un nuevo pontífice.
Es un procedimiento arraigado en la tradición, pero que se ha actualizado sutilmente para el mundo moderno.
El “interregno papal” –el período entre la muerte de un papa y la elección de otro– comenzó con el fallecimiento de Francisco.
Los cardenales deben decidir ahora exactamente cuándo se celebrará el funeral y, posteriormente, cuándo comenzará el cónclave. Sin embargo, gran parte del cronograma está predeterminado; la muerte del papa desencadenó el inicio de nueve días de luto conocidos como los Novendiales, y el papa debe ser enterrado entre el cuarto y el sexto día después de su fallecimiento.
Para la población católica y el resto del mundo es una perdida que cambia tanto los acuerdos establecidos desde su canon y también su papel como líder ante el mundo y sus perspectivas acerca de la libertad y comunidad LGBT.
Los cardenales no tienen potestad para definir los temas que corresponden al papa, por lo que en este período lo que pueden hacer es resolver cuestiones ordinarias o que no se puedan aplazar y preparar todo lo necesario para la elección del nuevo pontífice.