Exposición prolongada al sol y humedad elevada, algo muy natural durante las vacaciones, favorecen el riesgo de presentar un golpe de calor en personas de cualquier edad
En la playa, en la montaña, en un pueblo mágico: un golpe de calor puede presentarse en cualquier lugar. Se trata de un cuadro médico que se produce cuando la temperatura del cuerpo se eleva por encima de los 39.4 °C, de acuerdo con datos del Instituto Nacional de Salud Pública (INSP).
De manera natural, nuestro organismo posee mecanismos para regular el calor, tales como la transpiración o la dilatación de los vasos sanguíneos más pequeños. Sin embargo, debido a las condiciones extremas, estas respuestas se vuelven insuficientes para contrarrestar el aumento de temperatura.
Entre las condiciones que favorecen esta reacción se encuentran los ambientes muy calurosos, la exposición prolongada al sol y una humedad elevada. Cuando estos factores se combinan, el riesgo de presentar un golpe de calor se incrementa de modo considerable en personas de cualquier edad.
“Tanto los niños como los adultos mayores tienen una menor capacidad para disipar el calor, debido a que su superficie corporal, su cantidad de músculo y piel son menores”, señala Humberto Montaño Tello, director de Medicina en la Universidad del Valle de México (UVM), campus San Luis Potosí.
Los primeros síntomas del golpe de calor pueden ser sutiles, como confusión, mareo, somnolencia, desorientación, dolor de cabeza, palpitaciones o sensación de estar fuera de la realidad. Dicho cuadro puede progresar, en casos graves, hasta que la persona se desmaye o tenga crisis convulsivas por efecto directo al sistema nervioso.
De igual modo, es frecuente presentar sudoración excesiva en un principio, para después dar paso a la ausencia de transpiración. Si la persona estuvo expuesta de manera directa a los rayos del sol, la piel tiende a ponerse seca y enrojecida. Esta reacción suele provocar náuseas y vómitos debido a que el organismo se descompensa.
Es importante saber que el paso de un golpe de calor leve hasta la aparición de síntomas más críticos puede ser muy rápido. Con una temperatura por encima de los 40 °C, después de 10 minutos, pueden aparecer algunas manifestaciones de riesgo en el sistema nervioso.
“Si bien son contados los casos en que llega a haber alguna secuela, nadie está exento. Las consecuencias más graves son, por lo general, daños a nivel neurológico, como dolores de cabeza consecutivos”, advierte el especialista Humberto Montaño Tello.
El tiempo es un factor decisivo para que el golpe de calor no genere consecuencias graves.
En primer lugar, hay que apartarse de la fuente de calor cuanto antes, ya sea ponerse en la sombra o en un lugar fresco (bien ventilado o con aire acondicionado). Posteriormente se debe disipar el calor del cuerpo, lo cual se consigue al tomar un baño con agua corriente.
Otras medidas básicas son ingerir bebidas frías, principalmente agua natural, ya que beber líquidos con alcohol o mucha azúcar puede causar una mayor deshidratación, así como aumento de la temperatura. También resulta de ayuda abanicar a la persona mientras se le rocía agua en la cara o cuerpo, y colocarle compresas de hielo o toallas húmedas frías en el cuello, las axilas o la ingle.
Es conveniente quitar el exceso de ropa para darle oportunidad al cuerpo de liberar el calor. “Hay que evitar arropar de más a los bebés. A veces, en días calurosos, suelen cubrirlos con cobijas, gorritos o incluso guantes. Por lo general, manifiestan el exceso de calor con lloriqueos o somnolencia”, apunta Montaño Tello.
Para evitar este cuadro médico, especialistas de la Clínica Mayo recomiendan no utilizar ropa demasiado ajustada, y preferir aquella elaborada con lino, algodón, seda o cáñamo. Asimismo, sugieren protegerse de los rayos del sol con sombreros de ala ancha, lentes de sol y un protector solar de amplio espectro (el 50 es el más alto).
Si durante las vacaciones de Semana Santa (temporada del año en la que suele hacer muchísimo calor en México) se viaja a la playa o se realizan actividades bajo el sol, hay que mantener una hidratación constante, además de tener descansos a la sombra. De ser posible, se deben reservar las actividades físicas vigorosas para los momentos más frescos del día, ya sea muy temprano o por la tarde noche.
Otros problemas relacionados con las altas temperaturas:
Quemaduras: aparecen después de exponerse al sol por un periodo considerable. Hay enrojecimiento en la piel, hinchazón, ampollas y hasta fiebre y dolor de cabeza. Toma baños con agua tibia.
Calambres: dolor o espasmos musculares, así como sudor abundante durante ejercicios intensos. En caso de presentarse, hay que suspender la actividad y beber agua.
Sarpullido: son grupos de pequeñas ampollas rojas que parecen granitos en la piel, sobre todo en el cuello, pecho e ingle. Hay que estar en un lugar fresco y usar talco para bebé para calmar las molestias.
Agotamiento: sudor abundante, piel pegajosa, mareos, náuseas, cansancio, dolor de cabeza e incluso desmayos. Se recomienda ir a un lugar fresco, aflojarse la ropa, tomar sorbos de agua y aplicarse paños húmedos.
Fuente: IMSS y Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades./ (EL UNIVERSAL)