René Delios
En lo que va del siglo, en lo general no le ha ido bien a Chiapas; ya llegamos al primer cuarto del siglo XXI, que son los mismos en que se dio la transición política en la entidad, y el tan mencionado cambio no logró fructificar en la calidad de la política local, enredada y llena de desbandadas y traiciones, guerra sucia entre otras lindezas de la corrupción política, que contamina nuevamente el proceso democrático partidista –ahí está como manipularon la iniciativa de Sheinbaum en torno al nepotismo electoral-, que permitirá más de lo mismo en que, padres son sustituidos por los hijos en las alcaldías, diputaciones, y eso descompone la política, genera conflicto de intereses –porque esa es la otra: ¿Qué arrojan las auditorias, en 25 años? ¡Nada; a nadie!-, y por ende sigue la crítica por parte de la comunidad.
Todo eso se manifiesta u observa en el cómo se comportan los actores políticos, incluso atacándose en las redes sociales, como pasa actualmente en que, se publican acusaciones, señalamientos, presuntos desvíos para exhibir más que para informar, sobre la labor de un secretario, rector, alcalde.
¿Así de contradictorio el escenario?
No. Es la misma cosa: mala calidad de la política.
Si el mal es de origen, la consecuencia se manifiesta en el desarrollo de programas, proyectos, y ahí están los índices públicos –y confidenciales- de la corrupción que nos agobia, y ha generado tanta inseguridad y pobreza.
Por años esa descomposición se fue alterando más, y uno de sus reflejos más incómodos han sido los incómodos bloqueos carreteros, en donde a unos cuantos se les ocurre sin medir consecuencias, impedir el libre tránsito por horas y en el extremo, cobrar el paso vehicular; se ha visto en los que por años –y sigue- ha realiza el magisterio invadiendo calles y avenidas en las ciudades del estado porque ellos son la CNTE, sin importar los daños colaterales a los ciudadanos: es su lucha, punto; se han registrado linchamientos bárbaros entre grupos indígenas so pretexto de sus usos y costumbres, que no son más que un caudal de abusos sobre la ley y los derechos humanos; se ha perdonado a desfalcadores del erario, desde ex alcaldes hasta ex gobernadores, y lo de normal en cada proceso electoral: se ve el tráfico de influencias y la corrupción política para nombrar candidatos.
Sí, la democracia -y mucho de la lucha social- en Chiapas, tienen mal de origen.
Y regresamos al caciquismo político, que igual se revolvió con el criminal, como ha pasado en tantas entidades, del país, no solo gobernadas por Morena, como acusan desde la oposición afónica, pues hay de todo; Durango (PRI), Guanajuato (PAN), Jalisco (MC), por citar a las demás siglas.
Así que en esto ha habido de “todos color”, incluyendo a Chiapas en dónde de casi cero se fue para arriba el índice delictivo, porque lo permitieron. Esas consecuencias demora superarlas, y aunque se ha nivelado la seguridad, pasará bastante tiempo para que en aquellos lugares dónde hubo zozobra, ésta desaparezca del todo, pues son zonas en la que desaparecieron gente –como en Pantelhó-, y eso no es muy fácil de superar, y menos sino hay reales responsables, como ha pasado en éstos cinco lustros.