Agencias
La Esclerosis Múltiple (EM) es una afección crónica y autoinmune que impacta al sistema nervioso central. Esta enfermedad se caracteriza por la inflamación y el daño en la mielina, la capa que protege las fibras nerviosas, lo que interfiere en la comunicación entre el cerebro y el resto del cuerpo. Aunque sus causas exactas aún no se comprenden del todo, se han establecido que algunos factores genéticos y ambientales son clave para su aparición. Además, se sabe que afecta principalmente a las mujeres, con una relación de mujer-hombre de 3 a 1, y se manifiesta entre los 20 y los 40 años de edad.
Según la Fundación Esclerosis Múltiple de Barcelona, actualmente la EM es la segunda causa de discapacidad neurológica entre adultos jóvenes, quienes a menudo reciben el diagnóstico en la etapa productiva de su vida, cuando están construyendo su futuro personal y profesional. Esto impacta diversas áreas, no sólo físicas, sino también emocionales, sociales y laborales. “El 80% de los casos se diagnostican antes de los 40 años, lo que ocurre en una etapa crucial del desarrollo profesional, generando incertidumbre y complicaciones adicionales”, comentó la Dra. Verónica Rivas, Neuróloga especialista en Esclerosis Múltiple.
El impacto invisible: desafíos emocionales y sociales
La calidad de vida de las personas con esta condición se ve afectada debido a sus efectos impredecibles y, a menudo, debilitantes. Entre ellos están la ansiedad, el aislamiento y la depresión, factores que impactan significativamente su bienestar emocional y social. Según la National Multiple Sclerosis Society, entre el 30% y el 50% de las personas con este padecimiento, experimentan depresión en algún momento de su vida, mientras que aproximadamente el 25% también desarrolla trastornos de ansiedad.
La salud física: fatiga y otros retos en el ámbito laboral
La fatiga extrema es una de las manifestaciones más comunes y puede dificultar tanto las actividades diarias como el desempeño profesional. De acuerdo con la Fundación de Esclerosis Múltiple, más del 62% de las personas en situación de desempleo afirman que la fatiga les ha impedido seguir trabajando. Además, un 43% dejó su empleo en los tres años posteriores al diagnóstico, y este porcentaje se eleva al 70% una década después. Esta combinación de manifestaciones físicas y emocionales hace que la continuidad laboral sea cada vez más compleja.
En dicho entorno, quienes enfrentan esta condición pueden experimentar dificultades para mantener energía durante el día, así como problemas de concentración o memoria y limitaciones físicas que, en ocasiones requieren de una adaptación del entorno de trabajo.
Es importante que se construya una infraestructura inclusiva en los centros de trabajo, por ejemplo, oficinas adaptadas para que la gente pueda circular de manera segura, rampas para el uso de sillas de rueda, pasamanos en las escaleras o un camino podotáctil, además, si se adoptan medidas simples como horarios flexibles o trabajo remoto, pueden resultar de gran apoyo, mencionó la Dra Verónica Rivas.
La importancia de la inclusión laboral
Aunque sí tiene un impacto importante en quienes la padecen, la EM no es mortal y no impide mantener una actividad profesional dentro de las posibilidades del paciente. Con un manejo adecuado, muchas personas que viven con este padecimiento logran seguir un ritmo productivo y duradero, como el de cualquier otro colaborador.
Al implementar políticas inclusivas, las empresas benefician a los colaboradores con este diagnóstico, mientras fomentan una cultura organizacional más empática, diversa y comprometida, lo que permite que cada persona alcance su potencial y aporte de manera efectiva en su espacio de trabajo.
Según la Dra. Verónica Rivas, con un diagnóstico temprano, terapias personalizadas y un entorno inclusivo, es posible no sólo conservar el empleo, sino también lograr un desempeño comparable al de cualquier otro colaborador. La clave está en reconocer las capacidades de quienes viven con esta condición y proporcionarles las herramientas y el apoyo necesarios para que sigan contribuyendo de manera significativa en sus entornos, subrayó.
Aunque la Esclerosis Múltiple puede representar un reto, las personas que viven con ella pueden seguir inmersas en el ámbito laboral. El trabajo no solo juega un factor importante para su integración en la sociedad, sino que aporta beneficios a su bienestar físico, emocional y psicológico. Además, les permite mantener independencia económica, avanzar en su crecimiento profesional y fortalecer su autoestima, factores esenciales para tener una vida plena.