Editorial

11/marzo/2025

Lo que hacía que no fructificarán los programas sociales en México era la falta de transparencia en su administración.

 

Ni negarlo, como también lo fue la queja de la gente, que se traducen en millones por todo el país, de que les mochaban dinero funcionarios o dirigentes y a veces hasta los dos, dejando muy pobre el beneficio; la corrupción fue entonces el principal motivo de la reestructuración de esa política social, puesto que se desconocía si habían alcanzado a la población objetivo y su impacto en la disminución de la pobreza era de estadística, no de realidad, que se manipulaba vía medios de comunicación.

 

Eso no los desconocía AMLO en la campaña de 2018, pues el dominio de esos programas en esa fecha era del PRI, y ni aun así no se mantuvo en el poder, por lo que ese paternalismo ya no funcionaba electoralmente y pues ¿Para que mantenerlo?

 

Era mejor limpiarlo, y aportarlo directo, y fue en éxito, pues el número de personas en esa condición de pobreza se redujo, y ahí sí que a cómo decían los neoliberales -y que ahora usa la 4T a modo-, ahí están los números.

 

Con ese antecedente Claudia Sheinbaum invertirá éste año 850 mil millones de pesos en los programas del Bienestar, con la propuesta de que para 2026, podría llegar al billón de pesos, que es mucho dinero como para el presupuesto anual de ocho estados del país, y que es un dinero que se usa principalmente en el comercio, generando circulante, empleo, en el pueblo chico, en la ciudad grande: es integrador e integral, y sobre todo, transparente.