René Delios
Por cada periodista habla su trabajo: lo proyecta o lo exhibe.
La gente puede no ser “estudiada”, pero eso no significa que no tenga nivel de comprensión: entiende lo que ve y lee, y más ahora que la información es de mayor acceso a las masas, la que tiene –esa masa- la opción de varias plataformas en dónde enriquecer contenidos, verificarlos.
Apenas iniciamos la administración en los tres niveles de gobierno, y desde la oposición piden las perlas de la virgen.
¿Cuántos mexicanos no conculcan con la 4T? Y una mejor pregunta ¿Se consideran sus enemigos o adversarios?
La otra es que el pueblo no necesita clases de historia política sobre los gobiernos del PRI o el PAN -que padecimos todos-, sino los buenos anuncios, y esos aún no se dan plenamente, ni en seguridad, ni en desarrollo social y humano para los que menos tienen -que son la filosofía de la 4T-, y pues se expone, se analiza y se cuestiona, sobre todo desde la oposición que aprovecha esa coyuntura no para proponer, sino para denostar.
¿Les ha funcionado?
Los números están ahí, a juicio de todos, no solo de los comunicadores que, los vemos como lo que son: contundentes.
Pero la oposición no se analiza, sus dirigencias elitistas, no regresan a la base y sin ésta ¿Cómo?
Se repite: ahí están los datos, que de seguir a la baja, en la próxima elección, es decir en las federales intermedias de 2027, el PRI puede perder el registro.
Digo, en 2018 ni en el mejor optimismo de la fecha se llegó a pensar que Morena, en solo seis años, sería gobierno en 22 de 32 entidades del país.
Y eso no es un asunto gratuito, desde luego que hay trabajo con la gente, y de ahí que cada ciudadano cuestione, desde el cómo se gobierna el municipio, pasando por la entidad y hasta la nación, cual es su derecho.
¿Y luego?
Porque para éste escribidor de bodrios los más exigentes críticos de la 4T, deberían ser sus seguidores, pues son los que le han dado la confianza de dirigir su destino como pueblo.
Nada más saludable que la exposición de motivos, pues la censura limita la evolución política, la ralentiza, no la detiene: no puede; la libertad es inherente al pensamiento, pero cuesta -lo padecimos todo el siglo pasado- librarse de ello, y México ha pagado y sigue pagando con muerte la libertad de ejercer eso: la libertad de expresión.
La resistencia es tal que asesinan periodistas que no usan armas, y solo exponen vía información, lo que es.
Hacen víctima a quien su profesión le marca esa directriz, ética y moral, de decir lo que hay, lo que sucede, y que cada ciudadano se forme su criterio, pues un periodista –dijera Vicente Leñero- “esta para decir los problemas, no para resolverlos”.
Para eso están los políticos, los activistas.
Pero me regreso: serán los lectores o la audiencia la que determina si un periodista es imparcial y objetivo, analítico en lo subjetivo, investigador de los temas y su desarrollo, repercusiones, todo sustentado.
Eso no lo minimiza la referencia ardida –que también se nota- de algún criticado: “Los medios son para los ciudadanos, no para los políticos”… Lo dijo Katherine Graham, la legendaria directora de The Washington Post, el diario reaccionario a todo socialismo y ahora al populismo que –se dice- hay en México: “los políticos y su labor -como sus resultados- son la materia prima del diarismo, pues todo lo que realizan se refleja en y para la sociedad, y es materia de crítica”, no de alabanza.
Palo.
Y así, incluye al alcalde, al gobernador y a la presidenta, obvio todo cargo de representación popular o de gobierno.
Pero hay las veces –pocas pero las hay- en que el político es amigo del periodista, y volvemos a Leñero cuando le platicaba a Scherer sobre la situación del cine mexicano: “se lo dices a tu amigo o al periodista”, le preguntó el afamado al cineasta, que lo miró serio: “al amigo”, contesto el guionista, y no, no se publicó nada de esa confianza, salvo la referencia del hecho en “El poder; historia de familias”, muchos años después.