Tubo de ensayo

6/enero/2025

René Delios

 

¿La distensión asegura la producción?

 

Eso esperamos.

 

Pues todo estaba a un paso de que los criminales empezaran a cobrar derecho de producción a los campesinos, como cobran derecho de piso a comerciantes, que fue lo que estaba pasando en Michoacán, por lo que sencillamente los pobladores de Texcaltitlan, los cazaron a machetazos en hechos en dónde murió el jefe de plaza -hará un año- apodado “El Payaso”, un tipo considerado violento y desequilibrado, que es lo que se necesita ser para ser asesino y obligar a sus subalternos a cometer todo tipo de abusos “o se mueren ustedes”, que es lo que origina sucesos en áreas urbanas, sea en plazas comerciales o antros, como sucedió en Tuxtla cuando en noviembre pasado murió una niña en fuego cruzado, o en Villahermosa la semana pasada, en que asesinaron a siete personas en un bar.

 

No son los primeros casos, ni serán los últimos: no hay escrúpulos en matar a terceros en esos carteles, aun no tengan nada qué ver en sus actividades o diferencias, pero la autoridad sí contempla la ética de la ley, y no llega como exterminador, y lo primero es incautar, arrestar, y luego procesar pero, esos compas repelen a matar, cosa que aún no se registra en Chiapas, pese a las muchas incursiones con arrestos y decomisos que han hechos las fuerzas públicas y armadas, en diversos municipios en los que por años los grupos delictivos, explotaban el miedo de la gente, especialmente en frontera y sierra de la entidad.

 

Y es que hay versiones desde otras entidades de que quieren a un Eduardo Ramírez en su gobierno, pues de plano la delincuencia se adueña de pueblos, municipios, ciudades en algo que no puede ser y no se puede permitir a menos que, haya confabulación o miedo de parte de la autoridad.

 

Porque es la pregunta general desde hace años, porqué no aplicó la autoridad estatal el velar por la ciudanía y hacer valer el estado de derecho; es por eso que en Chiapas, la gente, se solidariza con las acciones que emprende el gabinete de seguridad estatal, y aunque habrá reacciones de esa criminalidad, la gente aceptó el llamado del gobernante a insubordinarse.

 

No es una decisión fácil, pues por años han vivido con el miedo, la zozobra, la extorsión, padeciendo humillaciones y otras vejaciones a sus derechos, de lo que obviamente estaban cansados, pero desamparados de su autoridad –sobre todo municipales- pues ¿Cómo reaccionar? pues se trata de gente pacífica no acostumbrada a la violencia.

 

Violencia que les sembraron sin que nadie los ayudara, pese a que era por demás conocida la situación, incluso para las autoridades federales que, la verdad, fueron indiferentes a esa condición extrema.

 

¿Por qué se permitió?

 

Es la pregunta de los y las chiapanecas, cuando vemos ahora que sí era posible contrarrestar esa presencia delictiva, en el entendido de que la gente de las zonas sierra y frontera, tenían bien ubicados los ranchos y casas de seguridad de los criminales, por lo que también, siempre fue del conocimiento de la administración pasada.

 

Se expande la justicia, y la población lo celebra, y aunque hay temor a las reacciones, es claro que están dispuestas a correr ese riesgo medido, con el afán de que esa violencia se pueda erradicar y vivir en paz, transitar en paz, trabajar en paz.