René Delios
La educación es lo más democrático que puede dar un gobierno, pues libera, pluraliza a su ciudadanía; de hacerla empática, solidaria, y honesta, depende el contenido de la información que se brinde como base pedagógico de la enseñanza, no de la formación pues, el humano, es reflejo de varios factores sociales y circunstancias –dijera Ortega y Gasset-, para su comportamiento social.
La educación es igualadora, creativa, progresista y por lo tanto humanista: es garantía del desarrollo.
Lo dijo Savater: la educación como base del conocimiento; el conocimiento como base de la información; la información como base del desarrollo.
Por eso no puede haber desarrollo sin educación.
De ahí qué en el caso de nuestra entidad enfrascada en tantos rezagos y resabios a solucionar, también se dio el rezago educativo, tremendo, grave en una entidad que requiere bastante sobre desarrollo humano, vida digna, limitada desde décadas ha en que Chiapas ha estado en la pobreza incluso extrema, y que ha padecido de todo: desde una lucha por la tierra en el último cuarto del siglo pasado, hasta un levantamiento indígena que resonó en el mundo y que éste año tres décadas del suceso, y que si lo vemos en frío sin tanta demagogia y análisis, lo pueblos indígenas siguen casi igual; su desarrollo humano no es el constitucional: no les han cumplido o hecho justicia, punto.
Es por ello que, entre las estrategias para combatir esa desigualdad está la educación, desde la alfabetización de adultos hasta la formación profesional de jóvenes –la educación básica es algo a platicar, no a discutir: ya se han perdido cuatro décadas- que a más preparación, se supone se promueve una mejor calidad de vida.
En 2000, en Chiapas solo había la UNACH, la Universidad Tecnológica de la Selva creada en 1994 como resultado de los Acuerdos de San Andrés Larráinzar, que surgieron del conflicto zapatista, y la Universidad Intercultural, que fundó Pablo Salazar en San Cristóbal de las Casas, además de universidades particulares en el estado, pero que no son públicas, por lo que su ubicación es en zonas urbanas en dónde logran mayor rentabilidad.
Durante el gobierno de la 4T, se creó la Universidad Benito Juárez; estas matrículas –como lo dijo AMLO- “buscan contribuir al bienestar social y la igualdad de la población más desfavorecida, mediante la creación de 100 planteles en comunidades donde ya se imparte bachillerato, y no existen opciones cercanas para cursar estudios superiores”.
En Chiapas ya hay 17 UBJ, y sus programas educativos se adaptan a las necesidades regionales, en lo agrícola, agropecuario, pesquero, industrial, en fin.
Ahora llega a Chiapas “la Rosario”.
Claudia Sheinbaum, durante su periodo como jefa de gobierno de la Ciudad de México, creó las Universidades Rosario Castellanos, en las cuales a la fecha se imparten 16 licenciaturas presenciales, 8 a distancia y nueve posgrados, además de técnico superior universitario.
Recién el mandatario estatal se reunió con la rectora nacional de la Universidad “Rosario Castellanos”, la Dra. Alma Xóchitl Herrera Márquez, quien estuvo en Chiapas junto con otros directivos de esa institución, en la que se anunció que en marzo inician las operaciones de esa universidad en Comitán, la cual será la primera unidad académica estatal para el estado.
Es importante que el mandatario haya manifestado su beneplácito en el proyecto académico, pues demuestra su interés en que los y las jóvenes chiapanecas tengan más y mejores accesos a una educación de calidad y oportunidades para su desarrollo.
Insisto en que solo la educación es igualadora, y es por eso que hay que elevarla calidad desde la educación básica, cuya lectura sabemos forma parte de otra larga historia de rezagos acumulados.