Tubo de ensayo

9/noviembre/2024

René Delios

Ese dos de diciembre de 2018 en que Andrés Manuel López Obrador, durante los compromisos protocolarios de su toma de posesión, firmó un acuerdo para potenciar la relación entre México y el Triángulo Norte de Centroamérica -que lo conforman Guatemala, Honduras y El Salvador-, ya tenía idea de que Donald Trump que fungía su primer periodo de presidente, no sería buen vecino.

 

Con la firma de ese Plan –que en eso quedó- se anunció que se iniciaban las acciones en busca del desarrollo de la zona “para que nuestros pueblos no tengan que migrar por pobreza y desesperanza, escribió aquella Marcelo Ebrard, nuevo canciller de la 4T, en su cuenta de Twitter, por lo que el hoy secretario de economía de Claudia Sheinbaum conoce ese proyecto que no fructificó, ni con Trump y ni Joe Biden, quienes no apoyaron la propuesta que construir un plan de desarrollo integral para generar oportunidades en Centroamérica y prevenir el fenómeno migratorio, que era en realidad el objetivo del alcance, destacando esa vez que el documento fue signado solo por los mandatarios de las repúblicas Guatemala, Jimmy Morales Cabrera; y Honduras, Juan Orlando Hernández Alvarado, pues el derechista Nayid Bukele no vino, y envió al vicepresidente de El Salvador, Óscar Samuel Ortiz Ascencio.

 

De todos modos se dieron las proyecciones con el apoyo de la Comisión Económica para América Latina y El Caribe, ya en el primer trimestre del 2019 para la identificación y unificación de las áreas de oportunidad existentes, así como el diseño del Plan de Desarrollo Integral y su implementación futura en armonía con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y la Agenda 2030 de las Naciones Unidas, así como con el Pacto Mundial para una Migración Segura, Ordenada y Regular, y demás parafernalias diplomáticas.

 

Pues ya saben, sino áspera, si sin fluidez la relación con el conservador de EU que no esperó que el T-MEC que mandó a revisión en 2019 “para equilibrar ingresos”, alcanzará un 6.5 de crecimiento en solo 4 años, y ese logro se fomenta, no se obstruye con amenazas de incrementar los aranceles –que no sé por qué, estúpidamente, celebran los opositores de Sheinbaum, en lo que es la segunda desbarrada en corto de la oposición, pues el líder nacional del PAN, Marko Cortés, pidió tipificar al narcotráfico, y eso es declararlo terrorista y dar pie a que el vecino se meta con su ejército al país-; Trump quiere doblar a México en el tema de la migración, para que sea de éste lado desde dónde se pisoteen los derechos humanos, y eso no va a pasar, pues formas para ir reduciendo la incidencia migratoria existen, están presentadas desde el gobierno de López Obrador, pero son con sustentabilidad, integralidad, humanismo, no el lucro casi total para el inversos, a lo que están acostumbrados los “colosos” del norte; se trata de desarrollando el triángulo norte de Centroamérica con óptica social, integradora, y en ese proyecto ingresa Chiapas –que de hecho ya es propuesta presentada por  Eduardo Ramírez Aguilar en días pasados-, pues no hay que olvidar que la entidad tiene vialidades desde Tapachula hacia México, hacia la Península, hacia el Golfo de México, por carretera, aire y vías férreas, desde Tapachula hacia dónde sea, y un puerto de altura en el litoral del Pacífico.

 

Decía que ni Trump y ni Biden le entraron al proyecto de AMLO para el istmo centroamericano, pues EU no se integra, y los que crean que es mejor para con sus vecinos del norte, pues no: el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, anunció el restablecimiento del comité ministerial de relaciones con Estados Unidos tras la victoria de Donald Trump. Y es que ese comité “se concentrará en temas críticos” en las relaciones entre los dos países, pues no hay que olvidar que durante el primer mandato del magnate, su decisión de renegociar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y los informes de que estaba considerando un arancel del 25% sobre el sector automotriz, fueron considerados una amenaza existencial en Canadá en ese momento.

 

Trudeau mantuvo una tensa relación con Trump durante la primera presidencia del republicano, entre 2017 y 2021, durante la que Canadá, México y Estados Unidos renegociaron ese tratado que existe desde 1994. Hoy la cosa es distinta: México es el primero socio comercial y Canadá el segundo, de Estados Unidos, en lo que es considerado el acuerdo comercial más importante del mundo, el que -¿por posturas racista, xenofóbicas?- sí se puede complicar por aplicar aranceles autoritarios que inhiben las economías de los socios, sea en lo agropecuario o automotriz o en lo que sea, y esa si es prepotencia y mala relación, y aunque es posible que se den asperezas, desacuerdo, “arancelazos”, solo será por cuatro años, no más.

 

Así que quienes se alegran de que el gringo va a doblar a la mexicana, se equivocan, y esperemos que “la científica metida a política” calle con hechos a tanta misoginia y se logren los proyectos sustentables que se propongan, en especial los de Eduardo Ramírez, sea con la federación o con los socios comerciales de México –nación que tiene muchos tratados comerciales en el mundo, no solo el de EU y Canadá-, y desarrollar ese proyecto económico para el Soconusco, que es algo así como un punto de venta internacional –por aire, por tierra, por mar- desde México.