Las crónicas de un continuo despertar

21/noviembre/2024

 

Arit León Rodríguez

Y seguimos con lo mismo pese a tantas cosas que estamos viendo y viviendo en la ciudad, a las escuelas se les hace bien sencillo el pedir un par de motos de tránsito municipal, para cuidar aproximadamente a 200 chamaquillos y chamaquillas que salen a andar por las calles de diversas colonias en la ciudad en pro de un desfile deportivo y cívico representativo de la revolución mexicana.

En primera yo no sé por qué carambas piensan que haciendo tablas rítmicas se honra el sacrificio de los personajes que intervinieron en la Revolución Mexicana con todas y sus variantes tan coloridas y contradictorias.

Aún cuando se les pide a los padres y madres que acompañen a sus hijas e hijos al desfile que hacen afuera de las escuelas, es a todas luces, innecesario y complicado pues no todas las personas que están ingresadas en un espacio laboral tienen chance de salir de sus oficinas a reuniones, eventos, desfiles y demás cosas en las que participan las infancias.

Pero bueno, el punto toral de esto y lo que realmente importa, es mencionar que justo el día de ayer en la ciudad sí se dio un evento en el cual una persona a bordo de una camioneta tipo Jeep ingresó en el área entre comillas acordonada por los padres y madres que acompañaban a sus hijos en el desfile escolar y, quería pasar en el flujo te llevaban los infantes, validando su molestia, desesperación o momento de falta de lucidez por en medio de donde iban varios niños y niñas,  y casi golpea tres infantes de preescolar.

Yo no sé por qué las autoridades educativas siguen permitiendo esta costumbre innecesaria por parte de todas las escuelas, cuando justamente muchos patios cívicos están diseñados para que se realicen ahí mismo los eventos que se deben hacer como parte del protocolo académico, escolar o como lo determinen.

Fue por la intervención de algunos de los padres de familia que se encontraban ahí que esta persona no logró lastimar a los menores, pero aún así fue una situación evidentemente de riesgo que quedó grabada y circula por algunas redes.

No me corresponde a mí de realizar una denuncia pública respecto a la identidad de la persona que cometió esta situación, puesto que supongo yo que madres y padres acudirán a realizar su querella o al menos las autoridades educativas en estos momentos deben estar tomando determinaciones acerca de este tipo de situaciones.

Pero le comento, esto puede evitarse, y si es posible mejor detenerse.

Nuestra ciudad como muchas otras están viviendo un periodo de inestabilidad, y los escolapios deben estar realizando sus actividades dentro de las escuelas.

Ojalá no quede saco roto ni la experiencia amarga que se vivió en la ciudad el día de ayer , como este comentario.

 

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Estos días convulsionados de la ciudad han dejado un mal sabor de boca después del feminicidio de una mujer de 35 años que respondió en vida el nombre de Mónica Delgado.

Su presunto agresor, Miguel “N” pareja sentimental de más de 7 años, la ultimó de una manera cruel y violenta y después de cómo se presumen los hechos, haberla herido y dejado sin vida dentro de su domicilio, tranquilamente tomó el vehículo de ella y se dirigió cerca de donde salen las corridas de autobuses y taxis a Los Altos de Chiapas con rumbo hasta el momento desconocido.

Esta violencia normalizada que viven muchísimas mujeres a lo largo de todo el estado, país y el mundo, ha costado un promedio de 14 vidas al día en el país a razón de feminicidio.

Ojalá y la secretarías de la mujer tanto estatal como municipal dejaran de ser un elefante blanco y realmente se realizara un trabajo que involucre exigir el cumplimiento de sanciones realmente contundentes contra quienes ejerzan violencia feminicida, y se realice de una buena vez un catálogo de agresores sexuales que pueda ser consultado por la población, y que quienes tengan antecedentes por agresión grave contra mujeres e infancias, tanto física y sexual, puedan también aparecer en un listado en el que se conozcan los antecedentes de dichos agresores.

Nos enfocamos tanto en la readaptación social que nos olvidamos que las víctimas son las que pagan las consecuencias a larga data.