Arít León Rodríguez
Aunque es una realidad que mucha gente de todos los estratos económicos quieren negar, existe mendicidad en la ciudad.
Mendicidad infantil. Explotación a luz de día, niñas y niños que trabajan en puentes pidiendo dinero, adultos que los explotan libremente y claro que las autoridades se están tardando, o siendo muy pacientes, dicho de mejor manera.
Si, es verdad que los niños en las calles en calidad de mendigos son una afrenta a la dignidad humana que presumimos como población.
Expuestos a infinidad de peligros, explotados y obligados a estar horas en las calles pidiendo dinero, hallamos a miles de niños en el país que recorren avenidas y bulevares en cualquier horario, mientras sus padres y madres están en otro lugar, a espera que regresen con dinero ó hasta una tarifa especifica a costa de abusos si no la cumplen.
El año pasado, un diputado del propuso quitar la patria potestad a quienes inciten a niños a que pidan limosna, pero no próspero mucho su idea.
En aquel momento se propuso adicionar un artículo 24 Bis a la Ley General para Prevenir, Sancionar y Erradicar los Delitos en Materia de Trata de Personas y para la Protección y Asistencia a las Víctimas de estos Delitos para establecer que siempre que se abra una averiguación previa por el delito de mendicidad ajena, el Ministerio Público deberá notificar a la Procuraduría Federal de Protección de Niñas, Niños y Adolescentes o a la procuraduría de protección de niñas, niños y adolescentes de la entidad federativa correspondiente, para que realice una investigación del caso.
De encontrar elementos, sin importar si se les condene por el hecho de mendigar, generará que se inicie el procedimiento jurídico familiar para la pérdida de la patria potestad.
Sería interesante, ya que ahí, se determinará de igual manera si las personas que les explotan y se ostentan como sus padres y madres, en efecto lo son.
Ya ni hablar de quiénes están en la ciudad de paso como las personas migrantes, y tantos infantes que se exponen vendiendo caramelos entre el tránsito vehicular, los riesgos, y la desesperada locura causada por la carencia que impulsa a sus familiares a tenerlos expuestos y vulnerables ante tantas incomodidades y peligros.