Arit León Rodríguez
Hace unos días se dio a conocer la noticia de la agresión por parte de Christian Rojas hacia su novia, Melanie, quien quedó con lesiones terribles en el rostro que podrían llevarla a perder la visión de un ojo. Hoy los familiares de la víctima piden el apoyo de las autoridades y sociedad para encontrar al agresor y poder pagar el tratamiento médico de la joven, puesto que ha sobrepasado su posibilidad económica y es urgente resolver la situación médica que esta muchachita vive.
El joven agresor y hasta hace poco pareja de Melanie, es un muchacho de 24 años de edad, estudiante de la Facultad de Medicina del Instituto de Ciencias y Estudios Superiores de Tamaulipas, por lo que la comunidad estudiantil ha iniciado una campaña para encontrarlo y presentarlo ante las autoridades por la agresión hacia Melanie.
Hasta el día de hoy la jovencita tiene la mandíbula y nariz fracturadas, y peligro de perder la visión de un ojo.
Como sucede en muchos de estos casos, el agresor se dio la fuga.
¿Qué será que sucede en la mente de las personas que creen que pueden golpear a sus compañeras y compañeros de vida sin ningún tipo de piedad y salir ilesos y sin responsabilidad ante tal tipo de situación?
Impunidad y condicionamientos sociales anquilosados.
Aún cuando no se ha realizado un posicionamiento específico acerca de esta situación por parte de la universidad en la cual este joven estudiaba, deberíamos estar ya presionando para que se establezca por regla que jóvenes que estén involucrados en ese tipo de violencia y especialmente cuando es agresión feminicida, deben ser dados de baja de las instituciones a las que estudian, los espacios que en los que trabajan sobre todo si son empresas con trato al público.
Tanto para los agresores y agresoras físicos, violentadores como a los agresores sexuales, sin importar su género, estás sanciones deberían ya de estar establecidas como un canon, especialmente cuando tienen tratos con otras personas que son empresas de la administración pública.
Imagínese un médico que sea capaz de hacerle eso a su pareja, que no le hará a una persona que lo saque de sus cabales, y se encuentre vulnerable ante él.
De nuevo deberíamos de ser más conscientes acerca de que el trabajo psiquiátrico y psicológico, tanto a empleados como estudiantes de todas las ramas y grados académicos, y en ámbitos de la administración pública y privada y así como maestros y funcionarios debe ser algo obligatorio y nos evitaríamos tanta violencia innecesaria e inexplicable.
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Leía yo que durante este año hemos perdido al menos un millón 300 mil hectáreas de vegetación en el cerro de Mactumactzá con los incendios que se vinieron ocasionando este año.
Las calles de la ciudad cada vez son menos favorecidas para la absorción de agua y la vegetación es más escasa continuamente.
Vemos por medio de las redes, imágenes atroces en diferentes partes del mundo y aun cuando las inundaciones se han dado a lo largo de la historia de la humanidad en diferentes puntos del mundo están ahora en puntos preocupantes, despreocuparnos debería ser cuestionable, nuestra ciudad ya está siendo víctima de ellas de ese tiempo atrás ¿que, en definitiva, esperamos?
Hasta el día de hoy en un lapso de tan solo 30 años hemos perdido el 10% de la vegetación de la ciudad y con ello la temperatura aumentó.
Creo que deberíamos ser conscientes de que las plantas y árboles no solamente brindan sombra, sino evitan deslaves y pérdidas de terreno, atraen la lluvia y absorben los afluentes para que estos no se desborden y entren a nuestras casas.