Por eso montarse a nombre de otros para alcanzar puestos políticos no tiene caso, y menos si se carece de la capacidad por un lado, o la popularidad por otro, pues al final el rendimiento es pobre, tanto en la función pública como en la representación popular, pero abundan los que, vía tráfico de influencias buscan -y lo terrible es que lo logran-, esos puestos y cargos, generando corrupción de origen y eso, tiene sus costos, lamentablemente por lo general, sociales, de legalidad.
Nombrado el gabinete legal y ampliado, hay muchos nombres ¿ausentes, faltantes? O que se inflaron solos en busca de llamar la atención por esas vías, y que fuera del primer círculo del mandatario, desde luego que bajan sus bonos y sus buenos compromisos, porque así es de sucia la política mexicana, en la que de vez en vez aparecen escenarios y ejemplares que dejan en claro que, la corrupción, no se elimina por decreto.
Termina un sexenio que merecerá análisis a partir de los datos oficiales, en el desarrollo municipal y estatal, pero tenemos claro que destaca una referencia del Banco Mundial: el estado mexicano en el que más se redujo la pobreza fue Chiapas, lo que avaló el Coneval.
Así que en ese ritmo de trabajo se debe trabajar porque no se trata de nombramientos para los cuates; el escenario es Chiapas y como gran reto también es gran proyección para aquellos que cumplan con creces los objetivos que se les encomiende desde el plan estatal de gobierno de Eduardo Ramírez, que seguramente es ambicioso, por lo que hombres y mujeres deben de responder a la altura.