Es evidente que nutrición, educación y salud seguirán siendo programas fundamentales para su aplicación en zonas marginadas o de pobreza extrema, aun se tenga la satisfactoria noticia de que en Chiapas se redujo la población en pobreza.
Esto es que esos programas que lo permitieron, mostraron su efectividad en la nación y son los que deben de permanecer, por el bienestar de nuestro pueblo menos beneficiado.
Desde luego es con trabajo del pueblo mismo, apoyando éstos programas asistenciales de manera transparente; antes no resultaban porque se manejaban vía corrupción, desvío de recursos, explotación de la pobreza, y desde luego fines electoreros, y eran las fechas en que se denunciaba todo eso, y ahora no sucede, pues no hay manera de que, terceros, metan mano en el recurso pues llega directo a los beneficiarios.
No, no hay ni funcionarios, ni gobiernos estatales, menos partidos u organizaciones de por medio.
Muchos menos dirigentes o líderes sociales.
La otra es que millones de personas, entre menores y adultos mayores cuentan con un alimento seguro, y está el planteamiento del gobierno estatal de redoblar esfuerzos para continuar trabajando a favor del desarrollo de los pueblos rurales y comunidades indígenas, centros de población olvidados por sexenios a su suerte, algunos estaban en calidad de inaccesibles en pleno siglo XXI.
Hoy queda claro que para los programas agrícolas campesinos “indígenas” y “mestizos” en torno a la actividad demandan lo mismo, no se tienen que hacer dos programas que burocraticen todo. Mujeres emprendedoras, economía de tras patío, apoyo ganadero y agrícola, en fin, diversos programas que han confluido a mejorar en números reales –no los demagogos de otrora-, la calidad de vida en Chiapas.