René Delios
Realmente si bien existen carencias de seguridad en la entidad, no es como para magnificar el espectro al cómo están los promedios en entidades verdaderamente violentas.
Digo, porque nada que ver las estadísticas sangrientas en lo que va del año de la ciudad de Guanajuato con Tapachula, cuya población promedió que para ellos, es la más violenta para vivir.
Obvio hay delitos lamentables para la comunidad; gente malvada hay en todos lados, y desde luego delincuentes cuya mentalidad lesiona –y vejan, sobre todo a mujeres en algo que hay ya que atender-; decía lesiona el orden público y los derechos y hasta la vida de seres humanos.
Tenemos corruptos, alcaldes mediocres, funcionarios incapaces, en fin, lo que influye para que en el accionar público con lo social, las cosas no salgan bien, esa es la verdad, pero no es en todos los niveles, en todos los ámbitos y áreas: como delincuentes también hay malos funcionarios, eso lo sabemos y lo peor: los padecemos.
Pero ni al caso comparaciones en estadísticas de Chiapas –de acuerdo la monitor nacional de violencia- con Veracruz o Guerrero, incluso Tabasco, también estado vecino, con sus niveles de violencia, secuestros, ajusticiamientos, que las ubican entre las entidades más peligrosas de México, siendo la perla, Acapulco, y la joya, Guanajuato, las que tienen los más altos índices de violencia, entre los 17 a 25 personas –incluyendo turistas- asesinadas por semana, cosa que ya no asombra a las gobernadoras de ambas entidades –una morenista, la otra panista-, que señalan que los índices bajan.
De ese tamaño.
Chiapas es otro escenario; ante el incremento de sucesos violentos, se implementan inmediatamente operativos, lo que desde luego inhibe a la delincuencia: en eso el gobierno no ha jugado y es clara la presencia de la milicia en ésta estrategia, que en el caso de serranías, se complica, y de pronto aparecen retenes, revisiones, y nos regresamos al hecho de que la ciudadanía, el pueblo común, la gente de la zona, no debería ser molestada, y menos tratada como sospechosa por la autoridad.
Se entiende que a la ciudadanía le indigna que atenten en contra de mujeres, y desde luego que se registren asaltos y demás situaciones que alteran –repito- el orden público, pero decir que la entidad es un caos en materia delictiva está muy distante de ser cierto.
Ojalá nunca lleguemos a esos niveles que se viven en otros estados del país, en los que en una fiesta, pastelería, cantina, campo de futbol, aparecen sicarios disparando a ráfaga caiga quien caiga.
No, aun no llega Chiapas a esos niveles, y menos al uso de coches bomba como sucedió recién en Acámbaro, Michoacán, pues ya eleva el acto a terrorismo y eso sí preocupa.