René Delios
Y es que la idea de siempre ha sido esa, desde que en Grecia nació la democracia: un gobierno del pueblo para el pueblo –o sea, que se administra así mismo con sus mismos-, y desde luego un gobierno por el pueblo –que es lo que le da forma a una nación-, como lo refirió Abraham Lincoln, de ahí que la referencia de “Hay que servir, no servirse”, ya frase trillada que no recuerdo quien la acuñó, y que refiere a lo que deben hacer los gobernantes por sus gobernados, mientras duren en el cargo para el bien común.
Un bien común que le robaron a Chiapas desde un siglo ha, una entidad rica pero con esquemas anquilosados que vemos de vez en vez, especialmente en zonas indígenas, que so pretexto de usos y costumbres –sea Oxchuc, Chalchihuitán, Pantelhó recién o Tila-, aparecen en la imaginaria en busca de “reconocimiento o justicia”, cuando solo quieren dominio, mercedes y privilegios, derivado de un caciquismo indígena que se niega a desaparecer, y que ha sido en parte, gestor de su propio mal por permitir el saqueo a sus hermanos por parte de malos funcionarios del pasado, incluyendo un buen listado de gobernadores que, en el caso de Chiapas, jamás han sido molestados.
Es por ello que Eduardo Ramírez Aguilar –obvio lo sabe- no va a recibir una entidad boyante; todo lo contrario: está en el listado de mayor rezago social del país, atiborrada de pendientes incluso agrarios, que complican escenarios municipales como los desplazados en la Sierra –de los que de pronto, se dejó de hablar-, que huyeron a Guatemala por efectos de la presencia criminal que se desató en el último lustro.
Pero ¿Cómo servir con eficiencia en las soluciones de pendientes sociales, con tan poca opción financiera? Aparte de que a veces, no solo es un asunto de presupuesto, sino de demanda de tierras o mínimo ocupación, que no hay.
Es en el ambiente indígena en dónde perviven la pobreza y la intolerancia, el segregacionismo político no solo a otras siglas de la dominante, sino a la mujer; es el caciquismo en nombre de los usos y costumbres, el que comete todo tipo de abusos y hasta crímenes, pues como que no ofrece un panorama como para llevarlo a la mesa cuando esta erizado, intolerante, violento.
Y así, lo mismo siempre, y se lo toleran aun atenten contra los derechos de terceros. ¿Porqué?
Ya no se trata de que se solucionen las cosas momentáneamente –o sea, administrar los problemas-, para que a falta de cumplimiento dentro de dos o tres años –en elecciones- se vuelvan a manifestar buscando más de lo mismo: la concertasesión.
La pobreza no se puede ocultar ni tampoco maquillar; lo que se ha visto de parte de la clase política que ha gobernado en lo que va del siglo, es su explotación: dando miserias, supuestamente se lucen los gobernantes como los redentores del cuento, muy largo por ciento, porque la pobreza sí se abandona, se incrementa aun los triunfalismos dados.
Por eso el subsidio de Bienestar ¿Es la solución?
La solución es lo que genere beneficio a partir del trabajo, no del subsidio, de ahí la importancia de la iniciativa privada que es la que genera el empleo.
A los triunfalismos los números duros los hacen añicos, con todos y los discursos por evento que se reseñan entre los programas sociales para reducir la pobreza: todo eso ha fracasado por sexenios y es hasta ahora, que rinde “frutos” reduciendo la pobreza porcentual -que se entienda- a partir de dinero público,, una reducción en zonas miserables no generado por el empleo, el comercio, que sería lo ideal, porque no es al cien de ciento que los programas bienestar redujeron la pobreza.
Ahí están los números –tanto del Banco Mndial como del INEGI- como referencia.