René Delios
Seguimos teniendo un enorme reto como nación y no es otra que reducir las diferencias sociales, que ahí siguen por malas políticas económicas que solo beneficiaron a un sector empresarial indiferente, deslizando del beneficio al grueso de la población, lo que es visible en los índices de pobreza y marginación con pocas oportunidades de desarrollo humano a partir de su propia iniciativa, pues no hay condiciones –menos a nivel municipal- que lo permitan.
La 4T y sus programas de Bienestar podrán reducir la pobreza, sí, pero desarraigarla es otra cosa. Esto es que, a esa gente pobre hay que darle también los elementos y herramientas que le permitan crecer y ser autónomos, y dejar de depender de las miserias que da el gobierno, porque seis mil pesos bimestrales –por ejemplo- para los adultos mayores, no les resuelven la vida.
En el sexenio pasado, decía, apenas se vio el beneficio, y la verdad no es para triunfalismos: si el panorama se ve así ¿Cuánto tiempo para erradicar en realidad la pobreza? ¿Tres sexenios?
Porque lo que se esta haciendo ahora es subsidiarla, no resolverla.
Y es que la pobreza no es de ahora, y está tan usada que es explotada; los gobernantes la ven como una acción social del gobierno, pero es en realidad nuestra vergüenza, reflejo cualitativo de que manipulamos nuestra historia, pues tenemos una Revolución –¿Tercera transformación?- incumplida, pero celebrada como tal.
Si los resultados fueran lo contrario, la nación no estaría en las condiciones de constante crisis económica desde el último cuarto del siglo pasado, en que se disparó la carestía de la vida, la corrupción, la inseguridad.
La llegada de un nuevo planteamiento gubernamental en torno a eso -es decir, dejar de aplicar los conceptos neoliberales de crecimiento-, provocó una reacción en cadena entre ese selecto grupo que se benefició del pasado esquema económico, y que mantiene una constante en la crítica al presente modelo de gobierno, que aplica cinco planteamientos como son la democracia, la justicia, la honestidad, la austeridad y el bienestar, que son el formulario sociopolítico y económico de la 4T.
Dichas así, como modelo de gobierno, ni por dónde verle error; debería ser lo ideal en una nación que desde hace muchas décadas padece una corrupción generadora de sus presentes flagelos sociales, pero aún con esa evidencia, la oposición a su aplicación a generado todo tipo de polémicas, manipulación informativa, y todo porque la decisión de “primero los pobres”, como que molesta y mucho al grupo económico, como también que el Estado sea rector de la energía que se produce en el país, algo básico para dominio de la soberanía que, se aplica en Rusia o EU, y a nivel de seguridad nacional.
Pero el otorgamiento de ese control energético a la IP en México, mereció para su logro situaciones de ética y moral retorcidas; funcionarios y beneficiarios del gobierno que no contemplaron nunca a la nación, menos a los consumidores, se pusieron de acuerdo y así perjudicaron al pueblo.
Insisto, lo contrario se viera en los índices nacionales de bienestar y no sucede.
Pero tenemos que hay grupos y personas que sostienen que por ahí no es el camino, que no tiene sentido apoyar a los pobres para que emparejen su situación dentro de la media nacional, de que mejor su calidad de vida vía paternalismo, y argumentan que es necesario colocar candados al actual régimen porque hunde al país, aun quedó claro en los números que ganaron muy buen dinero los banqueros, los empresarios, los neoliberales, pero no lo reconoce esa la élite.
No acepta que, la 4T trabaja bien.
La idea de muchos es terminar con esa óptica populista, cuando se hace necesario humanizar la política, la que no puede estar desvinculada del pueblo que gobierna pues, gobierno que no tiene como máximo objetivo a su pueblo ¿Qué? ¿Para dónde?
La idea no puede ser el poder por el poder o practicar un monetarismo a ultranza.
La cuestión es que la democracia se debe de notar en la economía de todos, y esta comprende los niveles de vida de toda una nación; si hay diferencias enormes entre el mismo pueblo –que gestó el mismo gobierno-, no hay democracia, no puede haberla, pues hay privilegiados, y cuando hay privilegios hay demagogia, la que de siempre ha sido aliada de la corrupción.