René Delios
Con todo lo dicho y hecho, ni el gobierno y ni los partidos han logrado fincar la democracia, no solo en su vertiente filosófica, sino también practica pues en lo social, en México, no se reconocen las derrotas, y queda como una secuela de despojo, que es lo que se observa en gran parte de la opinión de la oposición anquilosada, pero en algo tiene razón: la corrupción política es una realidad en los partidos en México y obvio en Chiapas, y aun es fácil observar reminiscencias del viejo “stablisment” chiapaneco -que primero avaló al priorato, y luego a los gobiernos lerdos del PRD y del PVEM-, y aún se encuentran funcionarios con poses de suficiencia y de que todo lo saben.
La otra es que el país, la entidad, no va a salir de sus rezagos actuales a mediano plazo, porque no hay ni el dinero y ni las condiciones sociopolíticas para ello, ante la tremenda contaminación y polarización de la política y la delincuencia.
¿Cómo salimos de este laberinto de atrasos de décadas en solo seis años, y sin el dinero -y ni la voluntad de unidad nacional- para ello?
No se pudo en el gobierno que termina mañana porque ha sido un presidente no conciliador.
Obstinado como sus adversarios, don Andrés Manuel no quiso buscar la negociación política, y sus adversarios tampoco; el uno por considerar a los de enfrente unos corruptos, y los de enfrente a su opositor un populista derrochador del recurso de la nación, al apoyar a los pobres, unos miserables que no producen nada.
Los proyectos para sacar a México de sus rezagos sociales no pueden ser inmediatistas, por eso tiene que ser a largo plazo, cosa de varios gobiernos que deben tener una estrategia de continuidad, pues se trata de la nación, no de partidos, no de caudillos políticos.
Por eso las siglas que sean en el gobierno o el nombre que se haga cargo de éste, no es la única o mejor vía: los es el proyecto a mediano y largo plazo: un proyecto de nación al que se deben de regir, y que en esta ocasión y por primera vez, hay uno: la Cuarta Transformación se mantiene, y termina el periodo gris de que en cada nuevo sexenio, los que entraban trataban de reinventar a México.
Ya nos echamos un siglo y tres lustros de promesas revolucionarias no cumplidas, integrados los treinta años de neoliberalismo, y apenas van seis de un verdadero cambio y los leo, escucho y veo con las vestiduras desgarradas.
Desde luego que no es el actual gobierno el portador de la verdad, aun su versión oficial que su criterio es democratizador; también aparece la otra versión entre los que se sienten los afectados y obstruyen lo que puedan –como lo trataron de hacer jurídicamente con el Tren Maya-, en tanto manipulan contenidos pues son los dueños de los medios masivos, y lo malo es que hay muchos que les creen sin ver, a niveles de odio, de insultos: el señor ya se va mañana, se insiste, y la verdad no le ganaron una: se va con carro completo, porque la banda así lo quiso y lo refrendó a voto masivo desde 2018, en que casi hace desaparecer a la oposición.
No, tampoco se dio la negociación acusada con el crimen organizado como dijeron, ni llegamos a los niveles de salud pública como Dinamarca –que no mienta AMLO-, pero por primera vez en sexenios sí se redujo la pobreza en México -y esto reconocido por el Banco Mundial-, e igual les fue bien a los banqueros, a los empresarios, a los inversionistas extranjeros de acuerdo al Banco de México, y eso no lo reconocieron los hombres y mujeres del dinero, como un éxito y contrariamente, la deforman en fracaso para no reportar ganancias y así evitar el fisco.
Pero aun todo el manipuleo, no convencieron al pueblo.
Eso se viera en los resultados: no estaría la doctora Claudia a punto de hacer historia mañana como la primera mujer presidenta en América del Norte.
Desde luego que López Obrador se va a ir en medio de triunfalismos, cuando no es para tanto: tenemos una nación violentada, por un crimen tan viejo como la maldad humana, y ésta se combate o reduce, pero de plano no se erradica como dicen “los especialistas” de logística.
En el sexenio AMLO mostró evidente desprecio por el neoliberalismo, pero el mexicano, el traidor, el que empeñó a la nación, porque al otro, el mundial, le ha tenido que entrar, empezando por el T-mec, porque aún su presunta crisis en el mundo va a permanecer como eje de la economía por mucho tiempo, porque es difícil que se imponga en Occidente el proteccionismo económico tipo Brexit o China, porque el de México no, no es nuestro país una potencia como para imponer criterios económicos de primero los pobres.
En el mundo de las fianzas, los pobres no son mencionados, aun sean consecuencia del despojo, la depredación, la explotación y el saqueo monetarista.
¿Se acuerdan cuando la bandera de batalla era “¡Venden a México!” por parte del tabasqueño?
En eso no se equivocó: el PRI, el PRD y el PAN con su Pacto por México lo pusieron a la venta, y entregaron lo más valioso que puede tener una nación: su energía y su fuerza laboral, que la mayor riqueza de toda nación; y lo hicieron por la vía legal, hasta eso, poniendo a modo la constitución, permitiendo a la IP explotar energéticos, pero maniatando a las paraestatales Pemex y CFE so pretexto de –aun siendo dueños del recurso-, no crear un monopolio de Estado.
Y a los empresarios les “otorgaron” la famosa sub contratación -u outsourcing-, que permitió por treinta años no solo bajo sueldos, sino también privarlos de los derechos laborales de ley, incluyendo disminuir a la mitad el ingreso por jubilación.
Pues se enojaron por darle la vuelta a eso, y regresarle a la constitución su espíritu laboral en el 123, y nacional en el 27 de la carta magna, y desde luego, desde el poder judicial se encargaron de reducir cuando no desechar, las mociones del presidente, en medio de todo tipo de injurias a su persona.
¿Y luego? ¿Qué les pasó que sus argumentos no convencieron a la banda?
¿Por qué la gente llora con “la Rosa de Guadalupe”, ríe con “la Casa de los famosos”, pero no le cree a los periodistas en sus informativos?
¿Y luego?
Porque ni negar que a AMLO, a su 4T y a Morena, le han dado con todo, de a diario, desde que inició el sexenio y nada más no le hicieron daño, y hoy en su último día, está de fiesta, la que inició desde temprano, con la mañanera o igual se levantó a las carcajadas, riéndose de todos sus adversarios derrotados.
Lo demás, lo que hoy y mañana se vea, escuche y lea, o sea lo que traiga la hiel, la inquina neoliberal, se ira quedando afónica, pues no los va a escuchar el barrio, que hoy grita más fuerte en las cámaras de la federación, tanto en Paseo de la Reforma y como en San Lázaro, en éste mes patrio qué como el gobierno de AMLO, concluye hoy.