René Delios
Chiapas presenta un avance en la disminución de la pobreza, una realidad innegable, avalada por el Banco Mundial que indica que 9.5 millones de mexicanos están fuera de la pobreza. expone aparte que para eso contribuyeron la mejora salarial y el incremento del empleo; el organismo no reporta que se deba a los beneficios sociales o a los programas del bienestar, como alude la oposición.
El ingreso ajustado por costo de la canasta alimentaria aumentó 8.2 por ciento entre 2022 y 2023, esto es antes de la elección y saliendo de la Pandemia.
Hay que destacar que Chiapas es el estado que más redujo ese porcentaje de pobreza, algo inédito en sexenios, que desde luego no ha sido del interés de la oligarquía que ve las mejoras a partir del PIB empresarial, que aún las evidencias, en treinta años antes del actual sexenio, no aterrizó en esas personas olvidadas de siempre, y hoy consideradas hasta parasitarias por la oposición.
Todo gobierno debe dedicarse a su pueblo: pasa en todas partes de los países desarrollados, y la verdad son pocos los que contemplan ese mandato mayúsculo en América Latina.
Aterricemos: en Chiapas la reducción de la pobreza fue del 10.63 por ciento, cifra alta que muy aparte de otros avances, deterioros –que los hay-, es la mejor obra del sexenio.
Pero la minimizan, sin analizar que, no pasó en años, desde el siglo pasado, esto es en todo lo que va del siglo pero, si lo detecta una calificadora como ese banco mundial de referencia, para los que son partidarios del neoliberalismo, la pregunta es ¿Por qué no lo reconocen?
Aterricemos esto.
Los estudiosos del fenómeno económico señalan que el llamado neoliberalismo económico “es una corriente del pensamiento monetarista que tiene como principal objetivo disminuir el papel del Estado en los asuntos comerciales, por ende, critica la intervención estatal en esos estatus –de ahí el bloqueo sistemático a las políticas de la 4T a que el Estado, sea rector de eso, por ejemplo, la energía-, pese a que es del país: petróleo, electricidad, agricultura: el objetivo es la rentabilidad pero ¿Para quién? los inversores nacionales o extranjeros ganan sin que ese beneficio llegue a los productores, a los trabajadores.
¿Y luego?
En medio de esto el neoliberalismo tiene otros principios: Propiedad privada y libre mercado; Privatización de empresas estatales –que es lo que hizo Salinas-; Valorización de la individualización –no los trabajadores, sino la empresa-; el mercado se ve como un absoluto en la prioridad del mercado global.
En la llamada globalización económica es la empresa la que significa, la que renta al estado en lo fiscal, no el trabajador que es visto como un insumo más, o sea, la tuerca que va a poner, los alambres que tiene que colocar, y si es posible al más bajo costo laboral y por eso en México se instituyó –hasta por ley de Zedillo- la subcontratación o outsourcing, que fue un acuerdo –que eliminó AMLO- por el que una empresa contrata a otra para que se encargue de una actividad prevista o existente que se realiza o podría realizarse internamente y, en ocasiones, implica la transferencia de empleados y activos de una empresa a otra, sin ningún derecho para estos, es decir, eran instrumentos.
Esto empezó desde Miguel De la Madrid que introdujo este modelo en México, y es de hecho el que empezó –no Salinas- la masiva privatización de empresas propiedad del estado, entre 1982 y 1988, pues pasaron de ser mil 155 empresas gubernamentales a solo 412.
Cierto: las vendió para enfrentar la crisis en la que se encontraba el país cuando él tomó posesión, so pretexto de que había mucha pobreza y desigualdad. Tal era la situación que la deuda externa se acrecentó aun esas ventas ¿Qué pasó?
Obvio la situación laboral se veía afectada por la crisis, y en gran parte se debía a que durante la década de los 70 ya se realizaban malas gestiones gubernamentales que llevaron a ese resultado.
O sea que hablamos de hace medio siglo.
La privatización de empresas del Estado fue continuada por Carlos Salinas de Gortari, que buscó acelerar la privatización de empresas, de las cuales algunas tenían monopolio en el país, un ejemplo es Teléfonos de México, que no fue monopolio en el país –de Carlos Slim- hasta la segunda década de los años 2000, debido a la presencia de nuevas empresas de telefonía.
El señor se hinchó y ¿qué dio al país?
Por eso brinca que, esos señores del dinero se quejen, de que el Estado, propietario de México, pretenda regular equitativamente los ingresos.
Aterrizando: el actual presidente significó un revuelo y críticas porque en 2020 realizó una Reforma laboral que buscaba dos aspectos: Crear el centro Federal de Conciliación y Registro Laboral, las cuales buscan solucionar los conflictos laborales que tengan los trabajadores y tener libertad y democracia sindical, el cual permite a los trabajadores elegir a sus representantes a través del voto secreto. Además, podrán ser partícipes de las decisiones del sindicato.
Eso fue en lo laboral, pero había el otro tema: lo social, la pobreza, ancestral, usada por tiempo ha como explotación política.
La solución fue eliminar intermediarios: sindicatos, organizaciones “sociales”, partidos y sus adherencias, y eso fue lo que dio rendimiento a los proyectos sociales del bienestar, tan ninguneados, pero irritó a los políticos: los despojo de miles de millones de pesos.
Enderezar eso generó toda la inconformidad, pero generó beneficos directos.
Y lo reconoció el Banco Mundial, y lo hizo por dos razones: los banqueros ganaron dinero en México, los empresarios también, en el sexenio.
¿Dónde el populismo?
Pero los vecinos de enfrente no lo reconocen, a los que realmente la base social ni escucha, ni lee, ni ve desde que inició el sexenio, aún sean los dueños de los medios informativos que insisten también con sus “granjas” en las redes sociales que México se hunde.
Pues no, esto avanza, como Chiapas, sin retóricas, partidismos, religiones, en el combate a la pobreza, que es el objetivo filosófico y fundante –que se entienda-, de la 4T, y desde luego el mayor logro social de Rutilio Escandón Cadenas, en medio de políticas neoliberales que no valorizan que, primero, es el pueblo.
Obvio hay pendiente: son ancestrales, una pobreza profunda tiene un origen peor, que implica nombres, clanes, referencias, fortunas acuññadas en la impunidad, en el abuso, en las componendas.
Lo bueno es que ya se intenta -no va a ser fácil- que se parte del pasado.