René Delios
La nación mexicana no solo necesita combatir la corrupción, sino también practicar la transparencia, el ahorro y erradicar la pobreza, pero para todo eso necesitamos una herramienta fundamental: educación.
Y educación de buena calidad, pues no hay mejor instrumento para fortalecer la democracia, la pluralidad, y la integridad nacional, pero aun con esa condición, no es tema. Lo es la pobreza, pese a que sea una de sus secuelas.
Lo apunto porque por mucho tiempo se dijo que los seccionales 7, 14, 18 y 22 del SNTE, que son la disidencia de Chiapas, Guerrero, Oaxaca y Michoacán dentro en la CNTE, comprenden las entidades con mayor rezago educativo promedio, pero eso no se debe al magisterio, sino a los gobiernos que, en aras de dominarlos, colocaron todo tipo de trabas que fue creando deficiencias incluso de infraestructura básica y de ministración en la educación de los estados.
Hoy ese magisterio más o menos estableció acuerdos con el sector educativo, y lamentablemente eso no garantiza que se va a mejorar la calidad de la educación en corto plazo.
Desde luego que han sido muy variables y distintos los factores administrativos, políticos, gremiales y éticos que han influido en el bajo registro de calidad que por siete lustros le adjudicó el gobierno a la Coordinadora, pero que en realidad comprende al magisterio nacional que es profesional, y tiene con qué mejorar, aparte de que tiene muchos más beneficios laborales en comparación con naciones con menor presupuesto, como Cuba matemáticas, ciencia, lectura-, que es ejemplo en el hemisferio, aunque no aparece en el promedio occidental como tampoco China o Rusia, como si la tecnología de esas naciones no fueran de fama, y demostraran la calidad de su educación.
Pero hasta en esos datos hay manipulación por parte del monetarismo mundial.
Pero estamos hablando del sindicato magisterial más grande y diverso no solo de México, sino de América Latina como lo es el SNTE, que desde luego debe tener amplias propuestas para ser corrector de muchos pendientes dentro de su ámbito laboral, una vez satisfechas las peticiones de parte de la disidencia.
¿Pero en qué tiempo?
Porque ese gremio cobra dinero público, esto es, aún su relación directa sea con las dependencias educativas del país –homólogas de la SEP-, al final de cuentas es dinero contribuyente, y como dice el presidente Andrés Manuel López Obrador cuando se refiere a estos temas: es dinero del pueblo.
Es decir, la calidad de la educación básica para lograr un país mejor en corto plazo, se tiene que incrementar -competencia del magisterio- como ampliar su cobertura -competencia del gobierno- a todos los infantes y jóvenes, y así hacerla verdaderamente democrática, incluyente, e integradora, porque es la única posibilidad igualadora de oportunidades, obvio en igual frecuencia para la educación media superior y superior, como se busca con la Universidades Benito Juárez creadas en la presente administración, y que ya empieza a generar ingenieros agrónomos, fitotecnistas, médicos comunitarios desde 2023, y en el caso de Chiapas tenemos la de Venustiano Carranza, que se supone preparan especialistas de acuerdo a la idiosincrasia de las zonas donde se ubican, al menos 144 sedes de esas universidades en el Sureste Mexicano.
Pero eso es otra cosa con relación a elevar la calidad de la educación básica –de lo que se habla poco-, algo necesario para alcanzar un mejor país en el que se debe incluir con mucha presencia la cultura, pues una nación que lee no se la cree: observa, analiza a sus políticos, valora sus tradiciones, a los creadores, sabe de su origen, qué es socialmente lo importante.
No es engañada.
Así que no todo radica en la propaganda de combatir a la corrupción –que no se elimina por decreto-, sino se mejora la enseñanza.