Tubo de ensayo

20/septiembre/2024

 

René Delios

 

¿Cómo negar lo que sucede en Cuba, Nicaragua y Venezuela en contra de los derechos humanos?

 

Desde décadas lo ha señalado la Organización de Estados Americanos (OEA), la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), o la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH), incluso otros jefes de estado, en tanto en sus respectivos países, también la pobreza asola a millones de sus ciudadanos, solo que -como sucede en México-, los pobres sí se pueden quejar sin que haya represión, aunque no les den solución a su hambre, marginación y desplazamiento social desde hace –en nuestro caso- sexenios, hasta ahora en que, por primera vez en el siglo se reduce la pobreza, dicho por la banca mundial, no por la 4T.

No me imagino cómo se les pondría el gusto, si es que se reconoce el modo “populista” de AMLO para combatir la pobreza en América Latina, porque en lo que va del siglo, no ha funcionado nada de la demagogia mundial por la equidad, igualdad, paridad en el hemisferio.

Se dio el primer Objetivo planteado en la Cumbre del Milenio –así les ponen a esas reuniones la presunta comunidad internacional, agrupados en la ONU, en manos de los intereses de Estados Unidos- por disminuir la pobreza, lograr el empleo pleno y productivo y reducir el hambre para el año 2015.

 

No sucedió ¿Porqué?

 

Lo que llaman pobreza extrema se mide a partir de la óptica occidentalizada: un campesino mexicano con pulso en la mano, con cinco hectáreas bien trabajadas no pasa hambre: hace rendir la tierra, sus pollos, sus cerdos, sus árboles de frutas, en un mínimo, pero aprovecha. No tiene servicios médicos, ni escuela digna, Tampoco agua potable, electricidad, y es a nombre de esto que se usa la demagogia, tanto para decir que se lucha por ellos –o sea, los “líderes” sociales-, como para exponer que se trabaja por ellos –o sea, los gobernantes-, y a eso se le llama explotación de la pobreza, y se registra a niveles internacionales, pues luego de la primera meta del Milenio (Meta 1A) de la ONU -que fracasó-, para “reducir a la mitad, entre 1990 y 2015, el porcentaje de personas cuyos ingresos sean inferiores a 1 dólar por día”, y que fracasó, decía, empezaron a buscarle más metas para el desarrollo de los pueblos o naciones con altos índices de pobreza, y desde luego “facilitar” un acceso mayor y más equitativo a los mercados internacionales, en la idea de que se trata de tener más dinero para adquirir, consumir, todo esto desde la mirada neoliberal, y no regional, planeada desde los residentes, etnias, población y se coloque a consideración el planteamiento etnológico, tradicional, para que se integre a los proyectos de desarrollo.

Desde luego que están los reaccionarios que persisten en que, no les den dinero a los pobres, denles trabajo, pero el trabajo sin desarrollo social es explotación. El empleador esta obligado –pues le sobra ganancia para ello- a dar servicios, pues aparte es ordenanza constitucional en México, en la idea de que se tiene que “lograr empleo pleno y productivo, y trabajo decente para todos, incluyendo mujeres y jóvenes” según esas famosas metas del milenio, y la cosa cae en lo mismo: evidenciar la estrecha relación que existe entre el mercado de trabajo y el mejoramiento de los aspectos materiales del bienestar de las personas.

 

¿Ha sucedido? Desde luego que no.

 

E igual China que EU, Rusia que Francia: explotadores de las riquezas naturales de otros países sin corresponder en materia laboral, mucho menos económica, y ahí se la andan firmando acuerdos, haciendo declaraciones, abusando por el mundo, creando conflictos, depredando, asesinando, destruyendo.

Ahora lo vigente es la llamada Agenda 2030; es lo mismo que la otra, solo qué con diferente fecha, sin que hayan dicho por qué, la otra no funcionó: “El 25 de septiembre de 2015, los líderes mundiales adoptaron un conjunto de objetivos globales para erradicar la pobreza, proteger el planeta y asegurar la prosperidad para todos como parte de una nueva agenda, la conocida como Agenda 2030, que recoge los 17 objetivos de desarrollo sostenible establecidos por la Organización de Naciones Unidad. Cada uno de estos objetivos tiene metas específicas que deben alcanzarse en los próximos 10 años”.

 

Ya en breve se cumple la mitad de ese tiempo: 2025, y nada.

 

Así que erradicar la pobreza no es un asunto de demagogia, de proyectos sustentable que llevan atravesados objetivos lucrativos: hay que generar el beneficio, crear las condiciones de desarrollo humanos, e impulsar luego los proyectos sustentables, para que no sea explotación.

Todo lo anterior ha fracasado, al menos en lo social, porque en lo económico sí ha tenido beneficio, sino no le entran.

En lo político ya sabemos que el beneficio del combate a la pobreza es el voto, pero ¿Cuál el combatir la pobreza a escala mundial?

Sino hay algún tipo de beneficio créanme que ni mencionarían esos proyectos mundiales de desarrollo humano, sustentabilidad, ecosistemas –Pacto de París-, entre otros tantos que no han dado resultados, y llevan desde el pasado siglo practicando.

Ojalá que el Bienestar mexicano, siga funcionando, pues una de las calificadoras cumbres del mundo lo reconoció y no es poco decir dentro del neoliberalismo: el Banco Mundial, que por algo AMLO no presumió –pues algo quieren-, en la inteligencia de que esas gentes “no dan paso sin huarache”.

Dentro de eso Chiapas fue de las entidades más beneficiadas del proyecto AMLO; de hecho los índices destacan que fue en la que más se redujo la pobreza, y eso no se lo reconocen al saliente mandatario mexicano, menos al gobernador en funciones.

La base no se pregunta ¿Qué sigue? para consolidar eso de erradicar la pobreza en la entidad, y esperan al nuevo equipo de Eduardo Ramírez a ver qué tal les va, cuando Chiapas no es un reto fácil, incluyendo la presencia criminal que viene a complicar los escenarios.

Los que lo fincaron lo niegan, aprovechando lo impopular que es la referencia de “abrazos, no balazos”, y que tanto explotan en cada evento como el que acaba de suceder en Culiacán, pese a que eso deriva de extremas diferencias en los mandos del crimen, que tarde o temprano tienen que establecer sus tratos, sus acuerdos, pero aprovechan cualquier situación para realizar quizás la última campaña negra en contra del tabasqueño, que ya los ha de ver divertido, no porque igual tengan la razón en la crítica sobre la violencia, sino porque no se enfocan en el tema de esa violencia en Culiacán, sino en él: por enésima vez van contra él, al que no le hicieron mella en todo un sexenio.

La verdad se va como entró de palacio nacional: completamente apoyado por la plebe.