René Delios
Desde la cancelación del NAIM de Texcoco, los recortes a las estancias infantiles, la construcción del Tren Maya y el Programa Jóvenes Construyendo el Futuro, pensión para adultos mayores, Construcción de dos termoeléctricas en Morelos, Modificación a la ley de salarios máximos, Cancelación de la reforma educativa, Nueva ley de energía, Estrategia contra el robo de combustible o huachicoleo, la refinería de Dos Bocas, La Estafa Maestra -o venganza personal-, Odebrecht -o mejor: cállate Peña-, el trasístmico, y todo lo que le quisieron tronar a AMLO desde que asumió el poder, se hizo y se va a hacer, incluyendo diecinueve reformas constitucionales más que ya están en poder del legislativo desde febrero pasado, por lo que ya las conocen y de las que no han hecho referencias, pues hay las que no tienen necesidad de mayoría calificada pues, se trata, de legislatura secundaria.
Leo en redes cada barbaridad en la referencia, y se sueltan como si fueran especialistas en materia legislativa, y como ahora en que sucedió lo de la reforma judicial, apostando a qué se perdería la democracia; a qué se vulneraría a los trabajadores de ese poder; a qué se afectaría la inversión y a la empresa, y un buen de barbaridades, repito, que exhibe más a los que lo señalaron como si tuvieran esa información de “buena fuente”, y no hay otra que el documento que se discutió, y por más que lo dijo el Presidente, la secretaria de economía, la propia cancillería que se vio involucrada luego de que Ken Salazar abrió la boca ante la cámara binacional México-EU, no hicieron caso y desplegaron, por enésima vez, una cobertura desinformativa que, de todos modos y como las anteriores ocasiones, valió.
¿Pero por qué?
¿Qué pasa que la gente sí sigue las basuras televisivas de los llamados realitys show, Rosa de Guadalupe, la casa de los famosos y chismes de los artistas, entre otros manipuleos, pero en cuanto a política, ahí sí no le hace caso a los medios masivos neoliberales?
Digo, porque es marcada la tendencia, ni negarlo, de que siguen en la imparcialidad a favor de los conservadores.
Pero hay otro fenómeno que, pese a que se dio desde antes en el senado, no lo contemplaron cuando, dos senadores perredistas se cambiaron a la bancada de Morena, y dejó a un escaño la posibilidad de que la 4T –que suma a Morena, PT y Verde-, llegara a la mayoría calificada, también en el senado como lo tiene en la cámara de diputados.
Pues esa ola de cambios de camiseta siguió con Miguel Ángel Yunes Márquez que votó a favor de la enmienda presidencial, y para ayer ya estaba expulsado por su partido sede en Veracruz, por lo que éste senador con que se declare independiente se queda en calidad de “bisagra” y de a cómo le convenga, aunque se repite que solo en los casos de que se requiera mayoría calificada, esto es, cuando se cambian artículos constitucionales.
Para la legislatura secundaria, esto es las leyes que derivan de esos artículos, no es necesario: con la mayoría básica basta. Así que luego de la reforma grande ¿Vienen las pequeñas?
Me imagino que se va a entrar a la energética –otra que augura polémica-, ahora con sentido soberano, pues la Suprema Corte de Justicia de la Nación anuló –¿Se acuerdan?- la anuló por ser monopólica, es decir, desde la óptica neoliberal de la suprema corte de Norma Piña –a la que despidió el pueblo-, le daba al Estado mayores ventajas que a los inversionistas, por sobre lo que es propiedad –¿Absurdo, no?- de la nación, de acuerdo a tratados internacionales signados incluso desde el siglo pasado.
Y es que así pasó durante tres décadas en que empresas extranjeras se beneficiaron de esas leyes leoninas, abusivas, traicioneras.
¿Y ellos son los que le dicen traidor a Yunes?
La verdad –se insiste- tienen más; aún falta ver, incluso en las entidades.
Se apunta para que no se les olvide.