René Delios
¿No que era populista?
Digo, porque Andrés Manuel López Obrador optó por no cambiar las reglas en el sistema bancario para que los empresarios de ese sector siguieran invirtiendo en el país y con ello se mantuvieran los equilibrios, y ya al final del sexenio, los banqueros obtuvieron utilidades récord el año pasado por 272 mil millones de pesos, y habrá que ver cómo cierra éste.
Por otro lado, el embajador de estados Unidos Ken Salazar suavizó su advertencia de que la reforma judicial podría afectar la relación comercial entre ambos países, y ayer aceptó que, la integración comercial de EU y México “es muy fuerte”.
Pues si: cuatro mil millones de dólares diarios.
Pero mientras muchos le hicieron segunda cuando esa reforma solo busca separar de lo económico, al judicial. Sí, igual que se hizo con el gasto social, que también al final del sexenio, tiene un reflejo positivo de 9.5 millones de mexicanos que salieron de la pobreza, y ya no dicho por el Coneval, sino por el propio Banco Mundial, lo que viene a ser algo así como un “aval” a los programas sociales de López Obrador.
Ha habido la más de las veces a la mala, una clara tendencia en las redes en criticar –destacando- lo malo de las administraciones gubernamentales; hacer lo contrario inmediatamente pone al emisario como un “boca del gobierno”, e incluso llaman a los periodistas “chayoteros”, cuando caen en reconocimientos o exposiciones de “lo bueno” de un gobierno o funcionario.
La otra es ¿Cómo destacar lo bueno, si no se alcanzan las metas propuestas en campaña por parte de los señores que hoy nos gobiernan?
Desde el presidente de la República, pasando por gobernadores y presidentes municipales, nada más no cumplen sus promesas de campaña, y contrario a eso la vida se sigue complicando -no solo encareciendo- en el país, y para colmo, tenemos gobiernos que no tienen el varo para solucionar ni siquiera sus compromisos con los prestadores de bienes y servicios que contratan, y es cuando endeudan a la administración.
Al decir en los gobiernos los medios o la opinión pública solo destaca lo malo, no lo bueno. El problema es que lo bueno es poco y lo malo pues no se soluciona, sigue ahí causando daño, como un grano infectado.
La referencia de escándalos en que caen en la clase política es motivo hasta de burla en las redes sociales, deslizando la gravedad de algo latente: la descomposición o mala calidad de la política en el país y la inseguridad creciente, que repercuten en todo el ejercicio administrativo, con la consecuente merma al erario y mala calidad de lo “brindado” al sector destinado.
No se equivocan los que insisten en que año con año hay programas para esto y aquello, desde talleres para madres solteras, hasta dinero directo al campo y sigue lo mismo: pobres resultados.
¿Por qué?
¿Cuántos sexenios se ha invertido en el campo? por ejemplo, ya ni se diga en la educación, y los resultados son verdaderamente bajos: ¿Hay autosuficiencia alimenticia? No, aun con tanto campo fértil y agua disponible: ¿Hay calidad en la educación mexicana? No, no figura entre las veinte mejores del mundo; esta mejor la cubana y con mucho menor presupuesto.
Ante eso, lo malo, que es más ¿cómo destacar lo bueno?
La credibilidad popular en los gobiernos no ha mejorado: una cosa es tener claro que hay menos corrupción y otra que ésta ha terminado, y no es posible revertir eso con notas nimias de cosas buenas, ante el peso abrumador de lo malo.
Decimos que hay transparencia, pero también inseguridad, y pesa más lo último en la opinión pública.
Como que se tienen que enfocar en corregir lo malo para que todo sea bueno, y hablar bien de las cosas de éste país, sin mentir, como lo han hecho con eso de la reforma judicial, que busca, además, terminar con el último poder de la federación que padece una voraz burocracia dorada, que evidentemente se retuerce para evitar que éste próximo domingo, el Senado la extinga.