Tubo de ensayo

2/septiembre/2024

René Delios

Para una entidad que reclamaba desde el siglo pasado, un desarrollo humano con equidad en municipios indígenas y zonas semi rurales; la aplicación de políticas integradoras y sustentables de corto plazo, como es posible que se gastaran dinero en un estadio de futbol y un lienzo charro, buscando “colocar” a Chiapas no sé en qué lado del desarrollo nacional, porque esos elefantes blancos nada más no sirven de nada, pero si demuestran el hasta dónde un gobernador puede destinar el varo a su antojo, aun la entidad sea de las más pobres del país, en obras suntuosas que se deberían sancionar como una irresponsabilidad.

 

Esas y otras cosas realizadas en Chiapas, no remontaron los niveles de desarrollo social y humano que buscaban los gobernadores que los impulsaron, que fueron inversiones o estructuras costosas en su momento y de poco uso, y ya ni se diga de beneficio para la ciudad capital del estado -como estadio y lienzo-, menos para la entidad misma.

 

Cada gobernador en su momento tiene su obstinación, ideas en lo particular que quieren imponer en lo general, aún en la entidad ni se lo exijan y ni existan las condiciones para ello.

 

Millones de pesos se invirtieron no solo en ese estadio y lienzo, sino en obras sexenales de muy mala calidad, sean las ciudades rurales o los caminos saca cosechas, los parques agroindustriales, o la producción de biodiésel, que si bien obras con sentido, se repite, no hubo o no hicieron buena planeación, aparte de que en casi todas las entidades sigue vigente el criterio de opacar y hasta asfixiar, lo bueno del que se fue, para que no le haga sombra al que llega, muy independientemente de la forma de gobernar de cada cual.

 

Lo digo porque en el ámbito federal, va a darse –también por primera vez- la continuidad, con la Cuarta Transformación, con el combate a la pobreza y a la corrupción como prioridad, cosa que debería ser también medular en nuestra entidad, con rezagos sociales muy altos dentro de la media nacional, que ha ocasionado que promotores del delito se aprovechen de esas condiciones de desabasto y satisfactores personales en las regiones montañosas del estado.

 

Así, en cada sexenio ha habido desde iniciado el siglo, suspensión de programas de buenos avances, y más en el escenario presidencial que es hegemónico y megalómano, al modo de siempre dentro del sistema político mexicano de culto a la imagen para con el “tlatoani”, que por ciento, dentro de un mes será por primera vez en doscientos años de república, una “cihuäpilli” o reina la que llegue, aunque prefiero la traducción de “señora principal”, en idioma náhuatl.

 

Ayer fue el sexto informe de gobierno del presidente más atacado en México, que muy aparte de su reconocible contenido que se aprecia en números reales, no inflados, y que le dio a ganar dinero a los empresarios que se quejaron temerosos al inicio de la 4T, de que el populismo iba a arruinar al país, está la realidad de que México no solo es una nación económicamente emergente, sino destino favorecido por la inversión extranjera directa, y el mejor posicionado dentro de la relocalización, desde luego gracias al Tratado de Libre Comercio de América del Norte.

 

Pero esta lo otro: se cuenta con petróleo, electricidad y agua; litoral a ambos lados del país, y por lo tanto viento, mareas, es decir movimiento, que general lo eólico e hidráulico, y otras tantas cosas para producir, como mucha tierra para la agricultura, que requiere mucha inversión para modernizar un campo sin tecnología pues, el neoliberalismo, vio dinero fácil en vender las propiedades del estado, al que desmantelaron desde que Carlos Salinas de Gortari llegó al poder, e implantó un neoliberalismo basado en la factibilidad de los mercados, en apogeo en esos años del final del milenio pasado, que si bien tenía frutos en otros países, en México no se logró pues lo contaminaron y lo peor: desplazaron a su propia gente, incluso comprometieron espacios sagrados para las etnias a favor de la minería abusiva, como pasó en Chiapas, en la región de Chicomuselo.

 

Pero esa es otra historia.

 

La que nos ocupa es ¿Habrá continuidad en Chiapas?

 

Suponemos que sí: hablan de una nueva era, aludiendo a las siglas de Eduardo Ramírez Aguilar que, muy aparte de la referencia publicitaria, en nuestro estado se obliga a contemplar a la pobreza no por preocupación, sino que una falta a la justicia y al derecho humano a una vida digna, y a la necesidad tremenda de erradicarla, pues es precepto mayor de la Cuarta Transformación que, suponemos, va a seguir vigente, por lo dicho por la propia presidenta electa, Claudia Sheinbaum, el día de ayer en su mensaje a Andrés Manuel precio a su informe.

 

Se celebra que en la presente administración estatal no se hicieran elefantes blancos, y que los programas y recursos se invirtieran en tramos carreteros entre municipios, escuelas, remodelación o reconvención –como le dicen ahora- de clínicas y áreas de atención especializada, cuartos fríos –o como le llamen- en distintas partes del estado para almacenar medicamentos a baja temperatura; deportivos, mercados, calles, en fin, infraestructura básica y, al parecer la obra grande que se realizó fue el puente atirantado, que desde luego la oposición local -que apenas se oye- enseguida se encargó de minimizarloe n las redes sociales -es obra inconclusa de Manuel Velasco-, en la idea ridícula de que benefició más al narco que opera en la sierra, que a los poblados de la zona.

 

Así lo mismo con el informe sobre el estado que guarda la nación, al sexto año de gobierno, y que desde luego la oposición afónica desdeñó desde el fondo del foso en que se encuentra, con referencias amorfas para llaman la atención de un pueblo que no los ha escuchado más desde aquel 2018, y contrario censu confía en su presidente, su 4T y su partido, a los que les otorgó la continuidad a través -por primera vez- de una mujer, la doctora Claudia Sheinbaum, con una votación descomunal que prácticamente borró sus siglas del escenario políticos nacional.