Arit León Rodríguez
Definitivamente se siente el cambio ahora que han abierto ya las vías que estaban cerradas por las remodelaciones y construcción del segundo piso del libramiento en la zona oriente de la ciudad, hasta sentimos como que el aire es más fresco y el sol brilla con una tesitura dorada mientras llevamos a nuestras hijas e hijos a la escuela, no lo puedo negar, mi muy apreciable concurrencia lectora, me siento muy feliz al respecto.
Y justamente en medio de esa felicidad estábamos platicando con otros compañeros acerca de lo que comentaban muchos políticos respecto a la reforma que dicen que puede poner hasta el riesgo a la democracia en palabras de Ernesto Zedillo, expresidente de la república.
Debo decir que Zedillo jamás ha sido un personaje que me agrade especialmente cuando gracias a sus decisiones enfocadas al beneficio obviamente del sector empresarial decidió instaurar el horario de verano en México exponiendo hay infinidad de menores de edad como yo que teníamos que salir una hora antes a la que estábamos acostumbradas y a oscuras por la calle para poder llegar antes de las 6:50 a nuestras clases por allá del año 94-95.
Cómo olvidar las corretizas que nos pegaban a veces y el acoso al que éramos sometidas por el guardia que cuidaba una llantera que estaba en contra esquina a lo que en aquella época era Aras bazar en la avenida central, y créanlo a esa época teniendo tal vez unos 12 o 13 años muchas de nosotras le recordábamos a Zedillo a su santa mamacita, a su papá y a todos sus ancestros en hilera mientras estábamos temblando de frío y miedo rezando porque pasar alguna ruta que nos llevara a nuestro destino.
Además de que en las escuelas no era tan sensible el asunto como ahora, llegabas tarde y simplemente te regresaban a tu casa, como fuera que llegaras, te ibas. Así que más de una vez tuvimos que regresarnos caminando ya con un poco más de luz pero con un mal humor terrible y una decepción social atroz, jurando y perjurando que lo que fuera que Zedillo representara no íbamos a votar por él, y créame, lo cumplimos.
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Pero bueno ahora pensando en el aspecto real de lo que es la molestia de los magistrados y ministros por la reforma y todos los candados y ya ves que dicen que le están poniendo a la ley la ministra Piña no va a renunciar, si no hasta que acabe su mandato en 2025 así que se va a alinear tarde o temprano a las cuestiones que tiene que hacerse con la reforma de alguna forma supongo yo.
Pero es que en serio, estamos plagados de personas que están sobre pagadas y no solo en el poder judicial, si no que en todos lados, hallamos por ejemplo en el ayuntamiento constitucional abogados con maestría que ganan 11 mil pesos, y jóvenes con apenas una carrera terminada que tienen un puesto de más de 20 mil, con una experiencia laboral extraordinaria, tanto que preguntamos de dónde salió porque apenas cuentan a lo mucho con 25 años de existencia en este planeta.
Pero definitivamente aquí no aplica la justicia laboral, ni siquiera en criterios de capacidad o de profesionalización, sepa Dios o más bien sabemos todos qué criterios son los que se aplican ahí y sí claro que mucha gente está cansada y harta de que estas personas sin capacidad, sin criterio, y Dios nos ayude sin inteligencia, son quienes están ganando los mejores sueldos del erario dejando a los que sí trabajan y saben hacer las cosas con miserias.
Ojalá la reforma se hicieran a todos lados y se hiciera un estudio profesional de cada puesto y cargo que existan todas las dependencias del Estado, municipio, del país completo, y que hubieran espacios en los cuales la gente se pudiera postular y exigir que se considerara su capacidad para subir de nivel laboral y no otras gracias y conexiones.
Pero eso sería un aspecto utópico que sólo queda en papel cuando estamos frente a nuestro presidente.
Como siempre ha sido, ¿que no?