Ahora los que lo hacían son los que acusan de sumiso al poder Legislativo, pues fue en éste siglo cuando el PAN llegó al poder, y repitió luego el PRI, y sus diputados se subordinaron al mandatario de sus siglas.
O sea que lo que hacen los morenistas en las cámaras, es lo mismo que hicieron los que se quejan.
Los legisladores en México son tanto elegidos “desde arriba” y luego electos por los de abajo: elegidos como candidatos a través del tráfico de influencias intra cúpulas, grupos, alianzas, coaliciones, y luego electos, porque ya no hay más que ellos en las boletas electorales, para cámaras federales o estatales, gobiernos de los estados, presidentes municipales: así que -como se dice- eliges lo menos malo.
De lo menos malo que nos representa en las cámaras en ambos niveles de gobierno, muchos aún llegan a través del tráfico de influencias y la corrupción política, pese a que eso fue lo que afectó la relación partido-bases militantes.
¿Y la nueva “izquierda” de Morena es distinta?
También se sostiene que el combate a la corrupción avanza, y tenemos que en la presente administración se ha detectado que la hay, en especial en el tremendo caso Segalmex; ¿Se puede entonces sostener que en Morena no hubo imposición?
Difícilmente: la corrupción no va a desaparecer por decreto; para empezar a Morena están llegando personajes con viejos y malos vicios: gente sin formación ideológica de masas, de sentido social, y ese no es para nada un signo de populismo, como dicen muchos.
Pero hay excepciones, como Indira Vizcaino, hoy la gobernadora de Colima, o Marina del Pilar Ávila Olmeda, gobernadora de Baja California, ambas auténticas hechuras de Morena, sin militancia visible antes en otras siglas, como se ve en la gran mayoría de los que hoy están en las cámaras de la federación, haciendo lo mismo que sus antecesores: decirle que sí a todo, al presidente.