Ya se ha mencionado que, cuando se caen los argumentos, vienen los inventos, las versiones soterradas, sin sustento.
Ya ha pasado, y si son sucesos ajenos al ejercicio político, sus operadores atraen a los protagonistas, y lo han tratado de hacer siempre, aun no sea responsabilidad actual, como el caso de los 43 normalistas a una década de los hechos, el desastre en Acapulco o la necesidad de apoyar a los connacionales en desgracia, casos de los que no se pudieron agarrar como quisieran, pues el primero no fue en el sexenio, y el segundo fue un desastre natural, no consecuencia de algún error en la 4T, como trataron de insistir, no para apoyo de damnificados, sino para ponerlos en contra del gobierno e iniciar manifestaciones exhibicionistas, y es lo mismo que trataron de hacer con el tema de la reforma judicial, en la que no lograron atraer la atención del respetable, que sabe que los juzgadores son corruptos.
Ni como meter las manos.
Por eso cuando aparece la líder de las madres buscadoras, y toca temas como ajenos a la causa, se inician sospechas de “manos que mecen la cuna”, y no es raro pues, se insiste, los operadores políticos buscan este tipo de inconformidades para “acelerarlos” en contra del gobierno, y eso es lo que trataron de hacer con la intervención del expresidente Ernesto Zedillo, en el caso de la reforma judicial, que mereció si acaso una referencia del mandatario López Obrador, como un “con qué calidad moral habla” quien fue el creador del Fobaproa que, aún, se sigue pagando.
Pero inmediatamente le dieron cobertura en los medios masivos como sí, el ex mandatario, fuera una autoridad en la materia, cuando la nación a él no lo considera, no lo respeta como ex presidente, y menos cuando se le menciona en el caso bárbaro de Acteal.
Y así, seguimos con el manipuleo de contenidos, en una oligarquía que no entiende que, la base social no los quiere y ni les cree.
Y ahí están los números.