Editorial

10/septiembre/2024

El mes de septiembre es el de inicio de las pasarelas en el Congreso de la Unión, sitio al que acuden unos por gusto y otros por obligación, y más cuando ya esté en manos del legislativo el presupuesto de ingresos y egresos de la federación, para 2025 –que se negocia con Sheinbaum-, en dónde se determinan las partidas presupuestales y el destino de éstas, que incluye desde municipios, entidades federativas, -excepto fideicomisos, que van a ser ¡todos! eliminados-, asociaciones civiles y humanitarias en su caso, por lo que no es extraño ver todo tipo de personajes de los estados del país, en las sedes de San Lázaro y Reforma, dónde se ubican diputados y senadores respectivamente, para hacer lo necesario con “su legislador” y ver si consiguen más dinero.

 

Y eso pasa -y seguirá pasando-, desde hace años, tan es así que de ahí se derivaron los famosos “moches” a cientos de ayuntamientos por todo el país, lo que puede dar una idea de la cifra multimillonaria manipulada a favor de los legisladores -aparte de la dieta y otras mercedes- por “servir” al pueblo.

 

Hay que recordar que en 2014, alcaldes agrupados en la Conferencia Nacional de Municipios de México, iniciaron el escándalo: se pronunciaron por poner fin a los llamados “moches” provocados por diputados que gestionan recursos; la voz fue de la presidenta de la organización en ese entonces, Bárbara Botello, una priista que dijo claro que “nada de moches ni comisiones fantasmas que liberan de recursos a los ayuntamientos que son de la gente, y que debemos ejercer con total probidad… Estamos obligados a reprobar estas prácticas, así se trate de legisladores y servidores públicos del partido que fueren”.

 

¿Seguirá pasando eso?

 

Ya no hubo más queja, más exhibiciones de políticos peinando a los municipios, y aunque no se dio ese tipo de casos en Chiapas, si es menester hacer hincapié pues en fecha cercanas en que los alcaldes de la entidad, tienen que entregar el mando a sus sucesores, electos el pasado 2 de julio.