Editorial

6/septiembre/2024

Enrique Peña decía que lo bueno no se cuenta, pero cuenta mucho, con relación al cómo minimizaban sus logros de gobierno desde las redes sociales, y su gobierno fue de lo más cuestionado, y tenemos ejemplos bastos como Odebrecht, del que se desprende uno de los actos de dudosa transparencia por parte del poder judicial que, envío a seguir el proceso en su caso, al presunto implicado Emilio Lozoya Austin.

 

Esos equívocos, imprecisiones, falta de cumplimiento con los mexicanos, López Obrador se encarga de referirlos, pero no puede enjuiciarlos, pues ese poder judicial tanto liberaron a Rosario Robles, como le bajan intensidad a los cargos de Emilio Lozoya, o liberan a narcos pero así es la justicia en este país, siendo la última la liberación de ochos personas que supuestamente estaban implicadas en el caso de los 43 normalistas desaparecidos, y que ha sido tema explorado sistemáticamente por los asesores de los deudores.

 

Así ¡Pues cómo creer en el Poder Judicial!

 

Hasta dónde se aprecia -como ha pasado antes- no son pocas las voces que hablan mal de las políticas del presidente, pero no ven con alerta lo que pasa en el poder judicial, en la administración de la justicia, en la postura de ser contra al poder ejecutivo desde el judicial mismo, corrupto, desleal a su deber.

 

Aun con todas esas malas noticias, hay otras menos amargas, pues si bien México es también una nación anegada de violencia, inseguridad, carestía de la vida, desempleo –aun los triunfalismos en el tema-, ausencia institucional y por ende desplazamiento social, no solo en zonas marginadas, sino también urbanas, en lo económico vamos bastante bien.

 

Al menos esa es buena noticia.