René Delios
No me imagino a Estados Unidos terminando un pacto comercial considerado el mayor del mundo por la tendencia soberbia del departamento de estado del vecino país, cuyo titular hay las veces que parece de ultra derecha, o de plano simpatizante con Trump, pues se sabe que hay bastante distanciamiento entre Antony Blinken y Kamala Harris, la candidata presidencial del partido republicano; Blinken, se ha dicho, mastica pero no traga los postulados sociales de la 4T en México, algo que huele a ultra derecha que, como no puede hacerlo en naciones sin problemas bélicos y diplomáticos como México, se pone a cuestionar sus procedimientos internos para debilitar su sistema –en este caso el económico-, a fin de que nuestro país, se subordine a sus instrucciones pues, dominando a México, dominaría a otras naciones de América Latina.
La respuesta de AMLO fue exhibir a Blinken de financiar a organizaciones opositoras en México, y recién poner en pausa las relaciones con las embajadas de EU y Canadá por las declaraciones injerencistas de sus embajadores, no con los compromisos y responsabilidades económicas bilaterales con esas naciones, pero aun esa realidad desde la oposición afónica, aprovecharon para subir a redes que había muchas cosas en riesgo; buscan la forma de hacerle daño al gobierno, al que ni tambalean y en su caso, aunque sí confunden a sus iguales, es decir a los ciudadanos, que caen fieles a las versiones de las redes sin corroborar su veracidad.
Contrario a la campaña anterior –Peña era el presidente- los comentarios y acusaciones o prejuicios de Trump -el candidato del ultra derechista partido demócrata- esta vez no son tan directos contra México y los mexicanos que “invadimos” esa nación, y ni ha usado el fallido muro como bandera proselitista, sea para prevenir la entrada de delincuentes, sea también para detener el tráfico de drogas, obvio el de indocumentados, que al parecer ya no es el discurso de esta campaña -repito-, como lo es el fentanilo, aunque sí refiere que entra desde México, y la verdad es porque allá, en su país, lo compran, lo distribuyen, lo cobran y “lavan” ese dinero en las empresas y bancas de aquel lado, en algo que, el gobierno de EU, no es que no logre, sino que ni siquiera ha intentado desarticular.
¿Cómo van a creer que en la nación más poderosa del mundo, no tengan cómo acabar con las mafias intestinas?
Ni decir que las corporaciones no tienen la capacidad jurídica de -por que armas tienen para- actuar, y es también correspondencia de los estados, aun se trate de estupefacientes o sustancias ilegales.
O sea que se hacen tontos solos, y es mejor –aunque sea cinismo- culpar a México y a su inútil gobierno que deja a sus ciudadanos y a los ajenos, a merced del crimen organizado de Sinaloa o Jalisco, entre otros puntos suspensivos.
Pues no, los llamados migrantes ahora se ven distinto a como hace tres décadas, pues sus hijos, ya nacidos en EU, tiene derecho a voto, y eso se está contemplando en el nuevo leguaje proselitista que, no ha sido tan xenofóbico como hará ocho años, cuando Donald Trump buscó por primera vez la presidencia de los Estados Unidos de América.
¿Ya no se consideran los latinos y en especial los mexicanos, un mal para su nación?
Cuando han sido, por supuesto, pilares para el desarrollo agropecuario en la región sur de ese país, cuyos gobernantes –incluyendo estados como Arizona- fingen demencia en torno a la aportación latina a su producción en el acre gringo, esto sin contar el reclamo mexicano -al que ni le hacen caso-, que es desde allá por dónde meten armas para la delincuencia organizada en nuestro país, que se ha armado como para una guerra con las autoridades, aunque estas –se insiste- lo nieguen.
¿O no lo sabe el xenofóbico candidato o su aliado en el departamento de estado gringo?
Desde luego que lo saben, y al igual del cómo la aplican con los narcos de aquel lado, pues como les entra la droga, sacan las armas: de contrabando, aun se trate de toneladas en sustancias y material bélico, aparte del volumen que ocupa en un “no puede ser que no lo vean”.
Pero la culpa sigue siendo de este lado, un país tan cercano al populismo, compadre del comunismo, y toda esa parafernalia esquizofrénica con que reacciona la derecha en su idea de perfección sine qua non, para poder hacer negocios con ellos, o sino ponen sanciones de esto y aquello, como si fueran los hegemónicos del mundo.
Es por eso que desde el departamento de estado gringo han estado financiando a los grupos de derecha mexicanos, que fue una de las injerencias reclamadas por AMLO a EU, y ahora que su embajador ande opinando en torno a la reforma judicial cuando, no va a atentar contra los intereses de nadie, en su caso solo el de los ministros, magistrados y jueces de ese poder, que se sirven con la cuchara grande de los 13 fideicomisos millonarios de ese nivel federal corrupto, por lo que no se pone en riesgo nada de los contenidos del T-MEC o Tratado de Libre Comercio de América del Norte, entre México, Estados Unidos y Canadá.
¡Es más! México es ya el principal socio comercial de EU, con el que hay un intercambió anual de 738 mil millones de dólares, mientras que Canadá quedó ligeramente por debajo con 712 mil millones de dólares.
Pero son soberbios, y no solo quieren negocio, sino también subordinación.
No, eso no va a pasar.