René Delios
No ha llegado y Trump vuelve a ser mención por sus referencias en torno a que otra vez con él, se tendrá que revisar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte o T-MEC, en 2026, claro, en caso de ganar, pues en medio de la especulación del fin de semana, la estadística marca que crece la campaña de Kamala Harris, que en el caso de hacerla sería también la primera presidenta mujer de Estados Unidos, como lo es la doctora Sheinbaum, electa en julio pasado por el pueblo de México.
En lo personal da lo mismo si gana Kamala o Donald; cualquiera de los dos va a hacer valer por sobre todo los intereses de Estados Unidos. La diferencia ahora es que México no llega arrodillado, no solo porque su presidenta es legitimada por unas elecciones ahora sí democráticas y fuera de dudas como antes, sino también porque la calidad de la competencia mexicana ha sido clara, y ante esto, el demócrata amenace a México con incrementar aranceles como vía para doblegar las políticas del país -en especial la migrante-, que son las mismas que aplicó él durante su mandato (2016-2020) y que se llama proteccionismo económico, al obligara a las empresas de su país, a invertir en éste en vez que en el extranjero, y aparte de que hay sectores en los que deben participar solo empresas de ese país, que la neta en la banqueta es saludable, como en el caso energético en México, que definitivamente no puede quedar en manos del dominio extranjero, leonino, abusivo, explotador y depredador.
Ahí están los ejemplos por todo el mundo del como actúan las empresas extranjeras en territorio ajeno, en la idea estúpida de creer que, si dañan el habitad en otro país, no afecta al propio.
Ignaros.
Regresando: la cuestión energética va a ser cosa importante en el sexenio entrante; Sheinbaum va por la autosuficiencia en combustibles, pues aun digan que se busca en el mundo imponer las energías limpias, la verdad eso no quiere decir que se deje de depender del petróleo y sus miles de derivados de éste producto fósil.
Pero en torno a energías limpias México hace lo propio, y presenta dos proyectos posibles y están en Chiapas, ambos en la generación de energía eléctrica, con la construcción de Chicoasén II y la propuesta de ampliación de las torres eólicas en la región Costa.
De acuerdo a información de la Comisión Federal de Electricidad se invierten tentativamente 5 mil 400 millones de pesos en la construcción de Chicoasén II –primeramente conocida como Proyecto Copainalá-, y será la quinta presa hidroeléctrica en la entidad, con un promedio de generación de anual de 571 gigawatts en la zona denominada como ‘La Cuevita’, en los límites de los municipios de San Fernando y Chicoasén, a solo 8.5 kilómetros –“aguas abajo”- de su homóloga mayor, siguiendo el cauce del río Grijalva, aunque no sé la dimensión del embalse, si que la zona es de tipo pesquero y pecuario, mientras que los terrenos tienen vocación forestal, según esto.
A pesar de que en la zona se registra una especie endémica forestal de Chiapas clasificada en la categoría de protección especial, la Semarnat ya anunció que este proyecto es ambientalmente viable.
¿Y la fauna?
Para la Semarnat y la CFE, los efectos ambientales son “moderados”, pues “el embalse, desmonte y despalme y el mantenimiento de la maquinaria y equipo que requiere la construcción, sí ocasionarán un impacto negativo en el entorno”.
¿Y luego?
Cuándo se va a entender que en eso de protección del habitad, ya lo tenemos que tener en México en tasa cero en afectaciones al medio ambiente y en contaminación; aún seguimos hablando de términos demagogos como “moderado”, cuando pasaron millones de años para que la naturaleza estableciera las condiciones naturales de la micro región de referencia.
Otra cosa es el proyecto eólico en la costa de Chiapas.
No se tiene idea concreta de qué empresas puedan participar en la generación de energía eléctrica no contaminante, lo que sí se sabe que es Dinamarca la principal potencia en ese sentido: su tecnología es la de punta y no sería la primera vez que los daneses establecieran negocios en México, pues la famosa empresa Lego –sí, de juguetes creativos para niños y niñas- es danesa y tiene una de sus principales fábricas en el mundo, en Monterrey, Nuevo León.
La realeza danesa ha venido varias veces a México en éste siglo, e incluso en 2008 la reina Margarita estuvo en Chiapas; durante mandato de Peña Nieto durante una visita de Estado, vinieron los príncipes desea nación lejana, y con ellos llegaron también 43 empresarios, de muchos rubros, entre ellos los meros meros de tecnología eólica danesa, país que –huelga decirlo- genera más del 30 por ciento de su consumo mediante éste método, y eso porque no tiene las condiciones edáficas para más instalaciones.
Pero México sí, tanto en tierra como en mar, en el sureste mexicano.
Pero es la primera ventaja la segura, contrario a otras naciones que colocan sus torretas en mar abierto, a riesgo de todo, en nuestro país es sobre suelo, con todas las ventajas de cimentación que ello significa, además de que, no es zona de emigración de aves, otro problema mayor a la que se enfrentan éstas empresas con las políticas ecológicas en Europa, pues el zumbido de las aspas desorienta a las migratorias e incluso se impactan con éstas, causando daños severos a los rotores.
La cosa es que de lograrse esos proyectos, Chiapas seguiría dando energía a México, y en gobiernos en que se están enderezando las cosas, como que ya es hora que la correspondencia de la federación sea equilibrada.
Así, igual al cómo le discuten a los acuerdos internacionales de comercio: equilibrio, sin abusos, con correspondencia social.