René Delios
Y es que esto es así.
Una vez idos, a sacarle todo a la luz, para buscar ¿qué? castigarlos una vez disfrutado el dinero que se gastaron o invirtieron.
Nueve son los gobernadores que entregan gobierno en éste 2024.
En el hipotético caso de que se recupere el dinero supuestamente desviado, robado ¿Qué con lo que les ha generado, no solo en el disfrute, sino en intereses y demás negocios que igual no están ni a nombre de los presuntos sindicados?
Así, a bote pronto, me acuerdo de varios: primero le llovió a Jesús Ortega -ex rector de la autónoma guerrerense, que fue gobernador interino de Guerrero cuando sustituyó al perredista Ángel Aguirre Rivero -al que le tocó el caso Ayotzinapa-, por su nulidad para combatir al crimen organizado en su entidad; el nuevo gobernador interino recibió carretadas de dinero y de todos modos dejó a Guerrero peor, sobre todo a Acapulco, que se llegó a considerar la ciudad más peligrosa del país, y tercera del mundo de alto riesgo, pues presentaba un promedio de siete a nueve muertos a diarios en tiempos de paz, por causas de lo ilícito que ha superado por años a lo legal –pues la violencia en Guerrero sigue-, en estos ya varios años de desacuerdo entre carteles, que se dan con todo desde que se disgregaron las células que según esto pertenecían a aquellos caballeros templarios de los que ya nadie habla, y que querían el dominio de ese puerto del Pacífico, y ya con otra siglas, la violencia sigue con todo.
Ortega entregó el gobierno a Héctor Astudillo del PRI –que recuperó al estado-, que no le investigó nada al ex rector, y nadie supo que se hizo con el varo.
Luego se le fueron encima a Gabino Cué, ex gobernador de Oaxaca, por su nulidad en controlar a la sección 22 de la CNTE, hasta que le echó la mano la SEP y se desmanteló aquella IEEDO, que operaba con 12 millones de pesos de financiamiento mensuales, como si fuera una secretaría de educación a la par de la estatal, y en todo el sexenio no había servido para nada en beneficio de la educación, y aunque no hubo paros laborales mayores, si fue conocida la vida de lujos y distribución de mercedes y privilegios para los dirigentes del magisterio disidente.
Después los medios voltearon a Chiapas por supuestos fraudes o desvíos de sus ex gobernadores en el presente siglo, y se desplegó toda una campaña mediática sobre Juan Sabines y Manuel Velasco – Pablo Salazar ya había sido encarcelado y liberado, libre de culpas- que al parecer como en los otros casos mencionados, no sirvió de mucho, al menos por que la actual administración no presentó demandas, e incluso la propia Auditoría Superior de la Federación o la Secretaría de la Función Pública, tampoco.
Así que los detractores tanto de Sabines y Velasco, se quedaron gritando solos en la loma.
Pero pocos enjuiciados y sinónimo de la corrupción en el presente siglo, como Javier Duarte de Ochoa, el cordobés ex gobernador de Veracruz, al que se le fueron con todo durante la administración de Peña Nieto, y se hablaron de 40 millones de dólares en desvíos y no se le juzgó por eso, ni por los presuntos asesinatos que le trataron de adjudicar, sino por lavado de dinero y asociación delictuosa, por lo que le dieron nueve años, de los que ya lleva siete desde su detención en Guatemala, en 2017 y uno se pregunta ¿Y el varo?
Porque mientras estos procesos se desarrollan y se extienden resulta que ese varo robado a los jarochos está produciendo, si es que es cierto que fueron cientos de millones.
Así fue con los seis años de proceso que llevó el otro ex gobernador, Andrés Granier Melo, de Tabasco, y terminando el sexenio de Peña salió exonerado, y eso que no solo a él, sino a su hija, la señalaron de tener una cuenta de dos mil millones de pesos.
Luego de Duarte de Ochoa, se dio un buen listado de ex gobernadores que pisaron la cárcel: Roberto Borge, Tomás Yarrington, Eugenio Hernández, Guillermo Padrés, Humberto Moreira, el otro Duarte, César, y así varios que fueron acusados de robar fondos públicos.
Pero ¿Y el varo?
Este México se va entre la noticia morbosa o escandalosa, si bien graves, en realidad preocupantes, deslizan la prioridad: somos sinónimo de la corrupción; no nos sorprende que roben, sino que no lo hagan y por eso llama poderosamente la atención que se diga que ahora, ya no sucede.
Y bes por eso que la pregunta adjunta es que este año hay nueve gobernadores que entregan estafeta.
¿Todos están limpios?
No creo que seis de los nueve a entregar se hayan portado mal con don Andrés, pues son de su partido ¿Pero los otros tres?
Y me refiero a los gobernadores de Yucatán, Guanajuato y Jalisco, dos panistas y uno del MC, que tienen que entregar bien las cuentas, en especial en éstos dos últimos estados, cuyos gobernadores fueron bastante altaneros con López Obrador, al que le rechazaron todo, hasta que tuvieron al crimen organizado hasta el cuello, sobre todo en Guanajuato.
Pero ya será su pupila la que cobre las cuentas.