René Delios
Aún los excesos, no se puede regular en este país a las redes sociales, pues la censura tendría muchos matices jurídicos, por el cómo se manipula la justicia, pues soy de esa parte que no cree el que, aun sean electos los juzgadores, por ese solo hecho se harán honestos, y ahí tenemos de ejemplo a un buen de legisladores provenientes del narco y otros delitos de cuello blanco.
Así que implementar leyes en las redes sociales es complejo, muy riesgoso, y más en un México en el que su presidente no acepta las críticas y descalifica las opiniones so pretexto de que todo proviene de sus enemigos, los conservadores, los neoliberales y los ardidos –y más que volvieron a perder-, que no son lo mismo, pues los primeros son políticos, los segundos son adinerados y los terceros son panistas.
El punto es ¿Para qué darle elementos a la censura, carcelera de la libertad y el conocimiento?
Para empezar, está claro que el Facebook aplica normas a la redacción -censura a racistas- de sus usuarios, bastante torpes por no decir ignaras, pues no contemplan los regionalismos; para Facebook no está permitido que a los afrodescendientes se les denomine negros, por cuestiones de discriminación cuando, en América Latina existen canciones populares sobre personajes de piel oscura, pero la suspensión se aplica de acuerdo a la legislación de EU.
Para ellos es racismo aun para la praxis latinoamericana y toda una cultura no lo sea, y si una expresión coloquial en la que todos hacen comparsa.
Ese es el riesgo con la censura, y más cuando se justifica por el derecho de terceros, pues ese tercero puede ser manipulado: sucede mucho con el derecho de réplica o la difamación.
Controlar contenidos en Internet nos rebajaría a los modos de Cuba, y limitaría la libre manifestación de las ideas –casi todas pésimas, es cierto- en la que los censuradores -entre nosotros mismos- se la pasarían buscando contenidos altisonantes y los memes denotativos, en los que la verdad nadie se mide en la idea de que ejerce “su” libertad de expresión, y no contemplan respeto de nada, a la intimidad y honorabilidad de la persona; eso genera inconformidad en Europa, para nada es posible en Rusia, menos en China y a riesgo en EU.
Otra vez, se habla de eso, como fue hace dos y un año, desde el planteamiento de Ricardo Monreal que causó polémica, como sucede ahora en Japón en dónde en las redes sociales hacen escario de las particularidades de las atletas y sus hermosos físicos, que motivó que un legislador nipón propusiera control en las redes; ya antes, sucedió en México a iniciativa del priista Omar Fayad –que fue gobernador de Hidalgo-, en 2015 y luego de parte de Monreal, en 2020. Desde luego que hubo polémica, pero estoy seguro que intra bancadas, sí existía entre legisladores de todas las siglas, el consenso de darle entrada en comisiones para llevarla al pleno pues, a todos beneficiaba -como ahora- establecer ese control ante el cómo, la ciudadanía, despedaza a modo de catarsis a los políticos y sus políticas.
Por ejemplo, no se lee y ni se escucha pronunciamientos o que se desgarren las vestiduras a nombre de la libertad de expresión, y que nadie desde las cámaras federales lamentarse -desde cualquier sigla- un asesinato más de un periodista.
Hay algo a reconocer: nuestra gente abusa de la libertad de expresión; dice lo que no es sin importarle las consecuencias que le cause al señalado, y lo peor es que aún sea claro el lucro político -guerra sucia- o económico del “denunciante” -vía extorsión para guardar información en el caso de comunicólogos corruptos-, no se puede permitir ningún tipo de censura, pues a falta de una cultura democrática y de leyes, el riesgo de dejar crecer ese planteamiento censurador es peligroso, y más con una aparato de justicia tan corrupto.
Y es en serio, muy en serio.