Arít León Rodríguez
Desgraciadamente en Chiapas tenemos un grave problema de desinformación. Uno no nos gusta adentrarnos en lo que nos compete, cuando nos embarcamos en el viaje de atascarnos un préstamo, financiamiento, hipoteca ó aval.
Sucede, con pasmosa frecuencia, que nos hacen literal, de chivo los tamales y al final, no sabemos ni como empezamos ni cómo vamos a terminar, puesto que los recargos, vericuetos, vueltas, sufijos y demás neceseres terminan quintuplicando el monto original por el que nos habíamos embarcado.
Obvio, les convenimos ignorantes y desconocidos de todo, así tenemos menos herramientas con las cuales exigir la restitución ó devolución de nuestro dinero o pedidos.
Un caso muy frecuente es el que se vive con las personas que contratan el servicio de autofinanciamientos. El de coches, vaya.
Me han mencionado directamente que la forma en la que operan no es la más clara con las personas que contratan sus servicios y peor a la hora de que acuerdan “modificaciones” y no checan detalles, no quedan respaldadas y se enfrentan a las consecuencias legales después.
PROFECO no ayuda mucho. Realmente indagando a nivel estatal y nacional, existen muchas denuncias de malos manejos en los contratos de autofinanciamientos y las sanciones posteriores a su realización porque legalmente no están siendo cumplidos, aunque los clientes aducen que se realizaron convenios con los asesores para formas de pagos, modificaciones de entrega y otros varios.
No es difícil entender que la comodidad recae en la empresa: los asesores no son siquiera citados a las audiencias, responden por teléfono, a sus consideraciones.
En serio, es una cosa que hasta pareciera que están bastante de acuerdo entre la Procuraduría del Consumidor y las empresas comerciales.
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Una más de los servicios terribles que nos ofrecen los taxistas en la ciudad.
¿Es en serio que merezcamos tan mala atención y a precios tan desorbitados? Nadie hace nada al respecto y la situación simplemente empeora.
En mi caso expongo abiertamente mi molestia porque en esta vez, atacaron a mi familia y eso, como a cualquier otro ser humano, me ha generado irritación.
Un servicio realizado a un familiar mío en el mismo cuadro de la ciudad – una distancia de 4 minutos- y cobrada a precio de euros, -ochenta pesos hágame el favor- y no puedes opinar nada en contrario porque eres víctima de la agresión del chofer.
Porque esto no es solo que entre particulares se resuelva, es que personas nefastas, violentas, abusivas, gandallas, incompetentes y enfermas están detrás de los volantes de cientos de coches en la ciudad.
Hago un llamado a las autoridades a que hagan de manera cierta su trabajo. Que la Secretaria de Transportes se levante las mangas y ponga en línea a esa serie de personas cínicas y desvergonzadas que hacen lo que quieren en esos ataúdes amarillos.
No es posible que hagan esto.