En términos de representación popular la democracia de un país se aprecia en muchos factores de su vida política y social; una de ellas es su poder Legislativo, no solo por su conformación plural, sino también por sus resolutivos, razonados de tal manera que beneficien al país más que a las siglas representadas, que es lo que sucede en nuestra nación de incipiente democracia, un tanto avalada por la independencia de su órgano electoral, que despejan las dudas existentes sobre los resultados de las elecciones presidenciales de México ante el mundo.
Pero ello no incluyó a los legislativos de la federación, las cámaras de diputados y senadores, pues la cuestión es que en los partidos políticos los procedimientos internos para la selección de candidatos no es nada transparente, y por el contrario el tráfico de influencias y la corrupción política, aún tuvieron mucho que ver en la toma de decisiones para determinar los y las que van en representación por los distritos.
¿Son diputados de partido o de la gente? ¿Realmente a quien representan, por ejemplo, los trece legisladores federales electos, y los cinco por la tercera circunscripción electoral, y así igual con los tres senadores?
¿Son legisladores del partido o realmente representantes populares?
Desde luego que en las alianzas hubo preferentes en los estados, designados desde las cúpulas, obvio desde los gobiernos estatales y pocos en verdad son los que llegaron a pulso propio, por no decir ninguno.
Llegan a veces los que no deben estar ahí, y en México tenemos tantos ejemplos incluyendo los que por años, deambulan de una cámara a otra, sin ningún beneficio para la nación.
En las cámaras de Senadores y Diputados es donde se encuentra la representación popular, sus elementos de contención y de rendición de cuentas.
Pero los que ya entregan en breve ¿Qué hicieron por sus pueblos, sus distritos, la entidad?
Aparecerán personas que no tienen realmente arraigo, popularidad y ni trabajo de base, pero ahí están, de flamantes legisladores de la nación.