Ahora que el peso se volvió a estabilizar ante el dólar, y el país se vuelve un destino de certidumbre para invertir, ¿qué recursos dispararán desde la oposición para minimizar tal logro?
“Nos falta mes y medio y estamos terminando bien”, aseguró el presidente Andrés Manuel López Obrador a 45 días de concluir su mandato.
Destacó la disminución de la pobreza, el aumento al salario, la cifra récord de inversión foránea, proyectos prioritarios, las reservas acumuladas en el Banco de México, la baja tasa de desempleo, entre otras, a la vez de reconocer el apoyo sin precedentes de los migrantes mexicanos, que se han convertido en la mayor entrada de divisas a la nación, y de apoyo directo a sus familias, o sea, a la población, por 64 mil millones de dólares calculados para éste año.
Dos cosas simples: cuando no se gasta más de lo que ganas, la casa mejora.
Sencillamente se acabaron los excesos, se limitaron los abusos, y se ven los resultados, porque es a escala internacional, no una demagogia interna del presidente López Obrador, en que México se posiciona dentro de la relocalización.
Por eso México le tiene que apostar a la continuidad de proyectos y programas buenos, viables para el país, y eso no solo compete a los gobiernos sino también a las cámaras legislativas, en dónde deben llegar personas cada vez más capaces y menos recomendadas, ahora que las convicciones no son necesarias y los políticos brincan de una sigla a otra, en aras de sus intereses personales, al menos que estén preparados para la responsabilidad que representan.
Ya veremos la calidad del nuevo legislativo federal.