Editorial

3/agosto/2024

 

Ya es público que por unanimidad, la Comisión de Puntos Constitucionales de la Cámara de Diputados aprobó el dictamen de reforma a la Constitución, para permitir que el Instituto del Fondo Nacional de Vivienda para los Trabajadores conocido como Infonavit, pueda construir viviendas –pues según si lo hacía era competencia desleal a la industria de la construcción-que, como ha propuesto la presidenta electa, Claudia Sheinbaum, puedan ser arrendada por jóvenes, con opción a compra.

 

Sin embargo, Morena incluyó un cambio para precisar que las viviendas a arrendar serán solo las que construya y sean propiedad del Infonavit, con lo cual responde al discurso –sobre todo en redes- respecto de que Morena y sus aliados, pretendían una reforma que expropiaría propiedades de particulares.

 

Y eso no es cierto.

 

Pero la polarización es lo de hoy; alcanzar puntos coincidentes ya no es finalidad de la política, por lo que la discusión o el debate –y más en las cámaras de la unión-, quedan fuera de toda posibilidad.

 

Cada quien emite su opinión sin vueltas, en las redes y de a cómo quiera, pero en los hechos desvirtúan contenidos, y así se va propagando la mentira como si fuera verdad, y se dan opiniones que no conducen más que a la confusión.

 

¿Eso es bueno para la opinión pública?

 

Con un celular y acceso a la red de redes un usuario emite una opinión inexperta, imprecisa y siente que es su derecho porque “es su “muro”; se asumen como periodista incluso, pero no es el único punto: hay usuarios que sirven a intereses partidistas y están en contra de las políticas de gobierno e incluso del sector privado, y desde luego tienen clara inclinación por la constancia de su “línea”, que denota de qué lado está.

 

Y no, tampoco entienden razones.

 

Pero de todos modos es libertad de expresión, aun a riesgo de la proliferación de las llamadas notas falsas, como esa de que el Infonavit se reformaba para poder expropiar las casas con deudas.