Tubo de ensayo

31/julio/2024

 

René Delios

 

Hay intolerancia religiosa, e intolerancia en las religiones.

 

¿Qué es peor?

 

En Chiapas hubo periodos de intolerancia religiosa, de la que ya no se habla, en especial en la zona Altos del estado, por parte del caciquismo indígena que rechazaba al protestantismo, de acuerdo a sus “usos y costumbres”, frase por demás desajustada que es la que permite tanto abuso.

 

Y así como esas nos podemos extender por el país y el mundo, en temas como el derecho de las mujeres, libertad de culto, libre determinación sexual, esta última sí compleja, pues en las tres llamadas principales religiones discriminan al mundo gay incluso en sus libros básicos como la Torá, la Biblia y el Corán.

 

Son libros que han sido conciencia política y jurídica de muchos países, y los hay con mucho los que no solo niegan, sino que describen repugnancia a que personas del mismo sexo, tengan relaciones, como si ese impedimento religioso inhiba la relación misma.

 

Hay mucho tabú, que incluso pone en riesgo la vida de personas, en especial a las mujeres, ya sea que sean asesinadas a piedrazos hasta morir por ser infieles, como sucede en el gobierno Talibán –y solo basta que la acuse el marido-, o se les impida abortar aun sea ese su deseo, como pasa en el mundo católico o musulmán.

 

Tenemos aún mucho rescoldo de una moralina absurda y ahora sí que de doble moral, como el hecho de la pederastia en los clérigos y el negado lesbianismo en los conventos de monjas.

 

Aun con eso las relaciones gay son condenadas a un castigo atroz, en los tres libros mencionados, aun sea una práctica común, cotidiana en nuestro complejo convivir social desde hace milenios.

 

Porque no es de ahora.

 

¿En qué molesta una pareja tan singular?

 

Hay los que es grotesco ver que una mujer amamante en vía pública, imaginen a una pareja del mismo sexo, besándose, y más si hay cerca menores de edad. Se desgarran las vestiduras y hacen lo necesario para que sean recriminados e incluso corridos de algún lugar público.

 

El caso es que los tres amados y leídos documentos tienen entre dos mil y dos mil 500 años, y jamás se han actualizado, o al menos así lo interpretan en su exegesis sus estudiosos.

 

Y ya la saben: convocan a la moral, a los valores e incluso hasta a la ética para justificar que la ley no debe aprobar nada que no contengan las escrituras, o de lo contrario se va en contra de los preceptos de los textos fundantes y puedes caer en pecado y a una condena que, a veces, es física, no solo espiritual.

 

Desde luego que de esto ya se ha escrito mucho, y es por ello que le vamos dando la vuelta para acercarnos a las discordias intra religiosas que se vuelven bélicas, como sucede en la franja de Gaza, cuyas diferencias se fueron hasta París, sede de las olimpiadas, en dónde la delegación israelí ha sido objeto de varios agravios, incluido la ofensa de su bandera, como si todos los israelitas estuvieran de acuerdo en la masacre que generan sus dirigentes políticos. La mayoría en Gaza profesa el Islam, y su libro es el Corán; en Israel es La Torá, y son en su mayoría judíos.

 

La Torá es la ley de Dios para los judíos, sin Jesús, al que no consideran mesías; El Corán es el libro religioso de los musulmanes, que si bien menciona a Cristo en algunas partes, considera superior a Mahoma; La Biblia es el libro de los católicos y de acuerdo a esto, fue inspirado por Dios y su hijo Jesús.

 

El punto es que, en una misma macro región, en el medio oriente, se gestaron tres de las religiones más importantes que indistintamente el tiempo, mantienen una disputa por muy diferentes causas, en odios culturales desde hace mucho tiempo, que se enfrentan con todo en cada periodo bélico como el de ahora entre Israel y Palestina.

 

No se han reportado incidentes graves entre personas de esas nacionalidades en otras partes del mundo, en éste caso París.

 

Así que de asuntos meramente personales como lo es la inclinación sexual, que sancionan los credos, la religión también llega a cuestiones graves entre naciones, en dónde ha muerto y sigue muriendo gente.

 

La cosa es que lo más extraordinario es que todas las religiones aquí tratadas son monoteístas, y creen en el mismo dios, al que llaman El único, El poderoso, El justo, El compasivo, El sabio, El padre de todo: en las tres es hombre.

 

Son Libros Sagrados harmónicos entre sí en sus principios fundamentales, pero en un momento de su historia, cambian: unos ignoran o consideran nada a las mujeres, desprecian la homosexualidad otros, cuestionan a los “infieles” a su religión cuando, se supone que todas esas escrituras buscan la perfección divina.

 

Pero no pasa eso desde hace mucho, pero mucho tiempo.

 

Bueno fuera encontraran el cómo, y armonizarán esos pueblos, esos cultos, con tantos rencores acumulados, –incluso históricos-, incluyendo a las cruzadas europeas durante el medievo.

 

Por eso es que deben de recurrir a su fe, que es sólida, antigua, viable y encontrar un cauce y una causa, humana, no política, no económica, que logre la armonía pues se le debe mucho a esa región del mundo, origen de la primera escritura, la filosofía, las matemáticas, la poesía, y cuyos pueblos seguirán cohabitando por siglos.