René Delios
Claudia Sheinbaum Pardo, en unas semanas se convertirá en la primera presidenta de México, y es a quien corresponderá también, realizar el primer gobierno de continuidad de un proyecto de nación denominado Cuarta Transformación, referencia que en sí, pretende hilarlo a los tres acontecimientos considerados históricos, como la Independencia, la Reforma y la Revolución, a según ahora, los tres hechos que cambiaron en su momento el rumbo de la nación, pero que bien analizados en su profundidad social, también en su momento costó echarlos a andar pues presentaron, obviamente, serios choques por parte del stablisment que como ahora, se niegan a aceptar que es la voluntad de las mayorías, de que, sus derechos, no se conviertan en mercancía, y los que no lo crean observen el cómo, en cien años, el neoliberalismo ha convertido hasta el habitad en negocio, a riesgo de lo que genere de manera irreversible tal depredación, y es entonces cuando ya atenta en contra del humano, porque lamentablemente no se puede disociar el daño que se hace en el Serengueti o la Lacandona: un efecto repercute en el otro: van hilados, como lo están el desierto del Sahara y la selva de amazonia.
Pero el poder como la avaricia obnubilan, desliza el daño por el beneficio, y no importa si se perjudica a los más, y usan –como por ejemplo la nación Israelí- los instrumentos que sean para justificar su barbarie.
Así, observamos que los criterios por la vida se reducen a intereses mezquinos, aviesos, y caemos en contradicciones como fue en el caso de la captura del Mayo –al que solo faltó que le dijeran “pobrecito” a ese asesino- o las pocas medallas que gana los mexicanos –sin apoyos especializados, es una verdadera proeza que logren calificar a las olimpiadas- en París, en vez de apoyar las causas justas.
Y lo justo es que, primero los pobres, para emparejar las condiciones de vida, y no seguir como el neoliberalismo que busca hasta la explotación del trabajo, y es por eso que las empresas buscan naciones de mano de obra barata, naciones con hambre, sacando beneficio en todo.
Aunque el neoliberalismo se empieza dar golpes de pecho, y en Brasil, el G20 se comprometió a “cooperar” para gravar a los multimillonarios, aunque sin llegar a un acuerdo sobre la creación de un impuesto global a las grandes fortunas, según una declaración final emitida el viernes por los ministros de finanzas en Rio de Janeiro, en algo que nace débil pues no indica en qué se usaría ese gravamen, y aunque no se ve de otra: erradicar la pobreza mundial.
Y es entonces en dónde ese ideal que data desde los indicios del sexenio en México, se observa como algo justo, humano, con sentido, pues todo gobierno debe ver por el bien del pueblo.
Así que eso de primero los pobres va a continuar, tiene sentido, objetividad, rumbo.
Así que se reforzarán aun más los derechos constitucionales que el neoliberalismo debilitó: educación, salud, y el acceso a la vivienda y al agua, luego de que el mandatario mexicano señaló que en su administración “nos quedamos cortos”, pues no se logró universalizar las becas para los estudiantes de educación básica, preescolar, primaria y secundaria.
Falta ver qué con la seguridad, pues es también una asignatura pendiente y urgente de atender, pues no se debe permitir que los grupos delictivos se adueñen de poblados y caminos, como sucede en Guerrero, Tamaulipas, Chiapas, Veracruz, Sinaloa y Sonora entre otras entidades que padecen el flagelo de la inseguridad en algunos de sus municipios, por disputas territoriales entre células del crimen organizado, y que lamentablemente cuestan vidas, secuestros, desapariciones, zozobra.
De eso también hay que hablar y en serio.