René Delios
Para qué especular tanto sobre lo que pasa en Estados Unidos en torno a la posibilidad de que gane Donald Trump. En esa nación su congreso sí controla al presidente, aun sea el magnate con su postura xenofóbica y una retórica nacionalista que no le cree el mundo, cuando los males de ese país están dentro de ese país que es el que consume fentanilo y otras drogas que se distribuyen por toda su geografía sin problemas –tienen carteles, distribuidores, cobradores, lavado de dinero desde la frontera con México, y fingen demencia-, y cuya población -incluso la afro- no quiere trabajar en el acre bajo el sol.
La expectativa que levanta Kamala Harris, es más publicidad que realidad en favor de la actual vicepresidenta, que se ha mantenido de bajo perfil y no tiene el apoyo de la cúpula de su partido, empezando por Barack Obama; la diferencia es que, si la base la apoya como hasta ahora, con seguridad será la candidata y con ello, será la segunda mujer que contienda en esa nación en la que ninguna ha gobernado, y sería por segunda ocasión en que Donald Trump se contendería con una mujer, luego de que le ganó a Hilary Clinton en las elecciones de 2017, y como mandatario no fue un buen vecino, pero tampoco un dolor de cabeza aun sus pretensiones de construir un muro entre ambas naciones, que no consiguió el presupuesto necesario por parte de su congreso, y ahora dice que el Gobierno de México –el de Peña como el de AMLO- le dio “todo lo que quería” dentro de las negociaciones que ambos países sostuvieron en temas como comercio y migración.
Para empezar México no pagó el muro, como pedía.
Pero esa es otra historia.
La que ocupa es sí, Kamala Harris, llega a candidata o no.
Es decir que allá si vale tanto la opinión de la base militante como su voto.
Acá aun no: se hace valer el voto directo, sí, pero la selección interna en los partidos adolece mucho de ser democrática, y es por ello que hubo muchas reacciones incluso en las propias consultas de Morena, un varias fueron impugnadas como ahora sucede con las constitucionales que se van desahogando, e incluso hay las que no proceden, en especial las que refieren a la elección presidencial, pues se trata de manchar de alguna manera el triunfo contundente de Claudia Sheinbaum, “la candidata de AMLO”, presidente al que durante un sexenio completo –incluso desde EU- lo atacaron con inquina y hasta dolo en extensas campañas negras, y aun con eso no le ganaron.
Eso no cambia el que los legisladores en México son tanto elegidos “desde arriba” y luego electos por los de abajo: elegidos como candidatos a través del tráfico de influencias intra cúpulas, grupos, alianzas, coaliciones, y luego electos, porque ya no hay más que ellos en las boletas electorales, para cámaras federales o estatales, gobiernos de los estados, presidentes municipales: así que -como se dice- se elige “lo menos malo”, no lo mejor de cada distrito; eso se viera en los legislativos, pues como los de ahora –estatal y la representación chiapaneca ante la federación- no hay precisamente unas lumbreras.
Lo menos malo que nos representa en las cámaras en ambos niveles de gobierno sí se ven, son notorios, los más vienen del tráfico de influencias y la corrupción política que se justifica con convenciones partidistas, o las consultas, ahora tan de moda, y eso sucede en todos los partidos, sin excepción.
¿O quién dice que la nueva “izquierda” de Morena en México es distinta?
También se sostiene que el combate a la corrupción avanza, y tenemos que en la presente administración se ha detectado que la hay: no va a desaparecer por decreto; para empezar Morena ni es izquierda; es un remedo: como otrora en el PRD, se observa la podredumbre de la corrupción de la ideología y la contaminación de la convicción, y es por eso que vemos cada bodrio de importación sean del PRI, PRD o PAN ya militando en Morena.
¿Cuántos legisladores de Chiapas ante la federación -por ejemplo- no fueron priistas, perredistas y luego del PVEM, y ahora son comprometidos morenistas?
¿Es neta?
Le tiraron a su conveniencia, no a sus convicciones y, por lo tanto, se sirven de esa posición, pues lo contrario -o sea, servir- se viera, se notara en éste Chiapas de pobreza desparramada.
Ciertamente ese partido “neoizquierdoso” -como lo llaman- no tienen más basamento social que su líder; más planteamiento ideológico que su caudillo; como partido político es joven; pero sus cuadros ya estaban hechos en otras fraguas, con aleaciones de varios partidos y escorias: ahí están sus historias: Ricardo Monreal, Olga Sánchez Cordero, Rocío Nahle García, Manuel Bartlett, Esteban Moctezuma Barragán, Santiago Levy, Alfonso Durazo Montaño, Irma Leticia González Sánchez, Napoleón Gómez Urrutia entre un buen, de destacados e impolutos morenistas.
Pero hay excepciones, como Indira Vizcaino, hoy la gobernadora de Colima, o Marina del Pilar Ávila Olmeda, gobernadora de Baja California, ambas auténticas hechuras de Morena, sin militancia visible en otras siglas.
De esa gente necesita ese partido, que ya debe estar creando sus propios cuadros, desde abajo, desde el barrio, para terminar de sacar a tanta elite del servicio público y la representación popular.