René Delios
Los partidos políticos en la entidad apenas existen: se olvidaron de sus bases y el trabajo político que deben de realizar con estás.
En el PRI la discusión ahora se centra en la reelección del dirigente, como si la merma de simpatizantes y militantes no importara, y así, situaciones que manifiesta la ciudadanía, parecieran no importar porque no se tocan esos temas, como por ejemplo el abstencionismo que, repetimos, ya debe verse como un resultado electoral –en medio del triunfalismo de los ganadores- pues es gente que, con derecho al voto, prefiere no emitirlo pues no ve nada bueno en la oferta electoral.
Y es que pareciera que solo en el momento electoral, las campañas, los dirigentes y líderes partidistas se acuerdan que es la gente la que les da el voto, y acuden a ésta en tropel con discursos demagogos que ya no les creen, y de ahí la respuesta clara con el abstencionismo electoral, que para colmo es lo que menos les preocupa pues ni se refieren a éste, como reflejo de lo anterior: no hay trabajo político con las bases, y la verdad a los partidos se les da dinero del estado, de la federación, para la promoción del voto, para la participación ciudadana.
¿Y luego?
La elección presidencial de 2019, así como la que llevó Andrés Manuel López Obrador, según fueron logradas con mucha holgura, si nos remitimos a la diferencia de votos ante sus adversarios, y que las dirigencias partidistas y los propios liderazgos a que me refiero, creyeron que eran votantes cautivos y no sufragios racionales: la gente vota convencida de lo que hace.
Ya en las últimas elecciones de 2021, se demostró que el electorado temprano, decide, y a las doce del día se tiene claro la tendencia, pero nunca se habla del promedio de participación.
¿Porqué?
Aun con eso los partidos no reaccionan, y contrariamente hay los que quieren madrugar anunciando triunfos falsos, “contundentes”.
¿Para qué?
Luego impugnan los resultados.
Para el 25 de agosto, resultados o fallos del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación en torno a diputados, senadores, y para el 6 de septiembre, el de presidente de la república.
Ahora bien, en el caso del PRD que impugnó cientos de distritos, es defender su registro; no acepta públicamente que su derrota la ganó.
Su extinción no fue por la presencia de Morena, pues lo mismo padecen el PRI y el PAN.
Perdieron presencia por que dejaron de ser de interés del electorado, por usufructuar de la política, por ganarse la fama de corruptos.
En el PRI, pues muy pocas veces reconocen la falta de democracia en el ejercicio del poder por parte de sus gobiernos que no resolvieron los problemas más sensibles de un país en la pobreza, en la zozobra por lograr una mejor calidad de vida con sueldos insuficientes durante sexenios.
El PRD se olvidó de sus bases y ello lo ha capitalizado Morena, que ha atraído a sus otrora líderes regionales, y aun con eso, en el seno del Sol Azteca siguieron pensando en que eran la opción, cuando su popularidad ha caído –como se vio desde 2021- en el país.
En el PAN, el elitismo subsiste aun su derrota en Yucatán: estudios serios reflejan que un alto porcentaje de votos se alejó del PAN por castigo, pues no observaron que en esa entidad del Golfo mexicano Morena se colocó como segunda fuerza política en 2021, aun el blanquiazul fuera en alianza con el PRI y PRD.
Es claro que ni un solo partido político cumple su plataforma ideológica, buscan ganar por ganar no por ideología y aceptan candidatos externos que les den votos costosos, los más buscando solo mantener el registro.
Pues vemos que ni eso resultó.
Las impugnaciones del PRD no van a ser suficientes para que se mantenga en vigencia.
Y seguimos con la pregunta ¿Qué con los abstencionistas? ¿Ya no cuentan?
Porque igual bueno fuera que, su número se restara a las prerrogativas delos partidos que deben convencer a esos ciudadanos para que voten.