René Delios
Muy aparte de la denuncia por los efectos directos y colaterales de un mal hecho de gobierno, es notorio que la intención en la mayoría de lo que se publica en redes sociales es la de desprestigiar a los gobiernos y sus personajes, y pocas veces hay la objetividad; les encanta a los promotores del encono y la inquina confundir la crítica con la denostación, insultar como sinónimo de inconformidad, exhibir lo privado como aparejo de la corrupción, diluyendo lo pasado pero acusando el presente, contribuyendo a una mala calidad en la lectura política que debe dejar de ser de personajes y de siglas -sistema obsoleto que no ha dado resultados indistintas plataformas desde sexenios ha- para colocar los objetivos como trabajo de todos, de nación, con el objetivo único -sin culto a la imagen- de abatir sus rezagos.
Pero parece que es personal, incluso en las redes.
Hoy se dice que la política económica de AMLO está llevando a pique al país, cuando ha sido claro que los empresarios no tienen la seguridad del viejo proteccionismo para invertir, y aún sus enormes fortunas y estructuras, no están dispuestos a aportar nada de sus ganancias por su nación, y por el contrario solicitan incentivos fiscales hasta por dos años para sostener la planta laboral, acumulando las ganancias libres a su favor.
¿Es equilibrado?
Lo curioso es que aún quienes no son empresarios, y que incluso sus familiares se ven beneficiados por los apoyos “parasitarios” de AMLO a gente vulnerable y estudiantes o jóvenes del país, cuestionan ese proyecto social por improductivo, cuando es lo contrario, pues es recurso que llega directo al gasto individual o familiar, y éstos lo invierten en el comercio ¿Dónde más va a gastar esa gente 650 mil millones de pesos anuales?
Ahora bien: ¿Cuánto sumaría “incentivar” a los empresarios?
Ni la misma presidencia señala cuánto. Pero ha de ser un dineral como para rechazar la petición empresarial, que es lo que pidió la Coparmex, la más reaccionaria al régimen.
Otra cosa es la intolerancia, manifiesta hasta en el presidente López Obrador a la crítica que sea, pues no toda va a encaminada a hacer el daño por el daño a su imagen o su política; hay razón y ésta radica en que necesariamente el mandatario se tiene que sentar con esos sectores de inversión, y negociar como se hace ante los desacuerdos o conflictos, para destrabarlos.
Mientras, en las redes, los ciudadanos se intercambian adjetivos: chayotero, vendido, charro, traidor, indiferente, arrastrado y muchos etcéteras que no llevan a coincidencia alguna, menos a un acuerdo.
Es cierto que la corrupción es el sello de México, y que tardará mucho en desaparecer en nuestra nación, en que la ley es vulnerada por los propios que la ejercen y que la aplican, y ahora que se busca eso de que se elija a los juzgadores del poder judicial, pues hay seria oposición, porque la verdad es que el que sean electos, no garantiza sean imparciales, honestos, conforme a derecho.
Pero mientras, a darle vuelo a todo tipo de opiniones, como éste bodrio.