En este país tenemos gente vulnerable que ha sido desplazada de sus derechos sociales desde hace mucho tiempo, por políticos corruptos y sus políticas equívocas, por lo que no se puede hablar ni de una justicia ni de una democracia boyante en México, y es evidente que desde pasados gobiernos se beneficiaron a ciertos sectores que se fortalecieron pero que no correspondieron socialmente con la nación, sacrificando la mejoría social de millones hoy en una marginación que data desde sus abuelos, y a los que ante la ayuda recibida, le llaman parásitos de los que sí pagan impuestos, que a la vez son los que ignoran el cómo el priismo primero, y el neoliberalismo después, los desplazó de proyectos y programas.
Y ahí está el historial estadístico sobre pobreza y marginación del ayer al hoy.
Desde luego que cada cual le tira a lo que le conviene, porque así nos han gobernado y establecido el modus operandi, y así los sectores defienden sus intereses y, mientras, esos millones de mexicanos en la pobreza incluso extrema, siguen en las mismas, olvidados en su propios lodos, porque –absurdamente- en la súper estructura andaban midiendo fuerzas, y en la llamada base social, se siguen distrayendo en peleas epistolares como bizantinas en las redes sociales, defendiendo cada cual sus propias trivialidades, mientras el gobierno de AMLO se monta en esas trivialidades porque no tiene cómo, realmente, superar los rezagos sociales que agobian a millones de connacionales, de los que se valió para capitalizar el hartazgo social.
Un hartazgo social que creó lo que hoy es ya la nimia oposición.
Esos marginados deberían ser la causa común de todos los mexicanos como pueblo, pero nos acuñaron el individualismo a ultranza, muy por encima de compromisos nacionalistas, partidistas, ideológicos, incluso religiosos: el dinero y el poder por encima de todo.
No va a ser fácil cambiar eso, es como una tradición política, como la corrupción que nace de nuestro diario vivir, y que no se puede eliminar por decreto, sino con cultura y compromiso social.